BURBUJAS

                   BURBUJAS


Os acordáis de Helena?

¿Recordáis su affaire con el Dr. Gutiérrez ? 

Pues bien Helena aparece en escena tres o cuatro años después de aquellos hechos.

Os pongo al día.

Todavía habita con Gustavo.
-Los niños, adolescentes ya, aún son menores-

Gustavo y aún teniendo vidas prácticamente separadas la sigue agasajando y dándole aquellos placeres materiales que por otra parte es lo poco que puede ofrecerle.

Lo último ha sido un fin de semana en un famoso complejo lúdico thermal de Andorra.

Helena ya no es aquella mujer un tanto ingenua y soñadora dispuesta aún a dar un giro a su vida. Son ya 48 años y tras lo sucedido con Jaime se ha vuelto una mujer mucho más fría y calculadora.

La vida entre ellos es pura política académica. Correcta, educada, aséptica.
Para que os hagáis una idea el año pasado Gustavo estuvo dos días ingresado por una pequeña cirugía. Helena paso a verlo a la mañana siguiente por espacio de unos minutos.
Salvando las distancias me recuerda a aquella relación entre el rey emérito de España y su esposa.
Pero volvamos a ellos, como os digo viven en una cordialidad en la distancia.
Respecto al sexo…
Bueno puede decirse que aquellas veces que es interés de descarga de ambos, se utilizan como meros instrumentos.
Pueden tener siete u ocho encuentros al año como mucho.
Desconozco si Gustavo ha estado, o está con alguna otra mujer y respecto a Helena pues…

Pero sigamos en Andorra.

Habían madrugado y subido a pistas, ante la imposibilidad de esquiar por la falta de nieve decidieron un almuerzo breve después de algunas compras y pasar la tarde en el Termolúdico. Gustavo en el momento de la contratación le ofreció a Helena un tratamiento adicional con la posibilidad de un masaje en pareja, cosa que Helena rechazó.
Si aceptó un tratamiento linfático con posterior masaje.
Eran ya más de las siete de la tarde y habían recorrido los diferentes tratamientos del termolúdico, saunas, duchas de contraste, chorros a presión, piscina caliente exterior… mientras permanecían semi inmersos en el vaso central apoyados contra una de las paredes de éste, Helena le dijo a Gustavo que ella iría yendo a recibir su tratamiento y él la esperaría en la cafetería restaurante del propio complejo.
Así Helena salió del agua caminando hacia los vestuarios donde tenía su albornoz

Llevaba un biquini en tonos azules, la parte superior de triángulo, con copas interiores para darle más cuerpo, y la parte inferior con un corte bastante tradicional que cubría la parte principal de sus glúteos. Aunque los últimos años ha actualizado bastante su outlook, a veces sigue teniendo esos tic educativos que la llevan a su lado carca.

Al llevar patucos fue directamente a su taquilla y solamente se retiró el albornoz y lo dejó en uno de los colgadores. A pesar de lo grande, en ese momento no había nadie en ese sector de vestuarios. Dirigiéndose al espejo y tras comprobar que todavía tenía el pelo muy mojado decidió secarlo un poco con uno de los secadores que había en la instalación.
Al menos se trataba de retirar la humedad principal.
Al ver que estaba mojando el suelo decidió retirarse la parte superior del biquini y escurrirlo en el propio lavabo, posteriormente lo guardaría en un neceser de bañadores.
Siguió secándose el exceso de agua mientras permanecía frente aquel espejo. Sin quererlo reparó en observar su cuerpo.
Sin duda había algunos cambios empezando por un poquito más de barriga que hace pocos años no estaba ahí. También noto el paso de los años por sus pechos que a pesar de ser una 90 se habían descolgado una talla, a pesar de ello aun seguían siendo hermosos, Helena siempre había tenido unas tetas bien puestas lo cual había tardado casi cuarenta años en darse cuenta. Aquellas malditas pistoleras que la habían traído por la calle de la amargura desde joven era lo único que parece no había empeorado. Al zumbido del secador, no prestó mucha atención a que el vestuario empezaba a tener gente y que justo al lado había un chico de unos veintiséis o veintisiete años que la miraba soslayadamente. (He de recordar y lo sabréis quienes hayáis estado que esos vestuarios son mixtos). Por el  brillo de los ojos del muchacho su visión del cuerpo de Helena era mucho más beneplácito que con el que se miraba ella.
Quizá hace unos años Helena no hubiera permitido esa situación, ahora hace ya que vivía absorta en sí y al descubrir la situación solamente le remitió a aumentar su menospreciada autoestima.
Miró frontalmente al muchacho y le sonrió.
El joven sólo alcanzaba a ver una MILF empotrable, con unas tetas bien apetitosas, empotrarla en una de las cabinas de aquel vestuario mixto.
Y con eso se quedaría, con el deseo y la visión de aquel cuerpo blanco y cuidado donde el color más destacable era el rosa oscuro de sus pezones.
Helena se puso el albornoz y sin mirar al muchacho se dirigió a su taquilla, depósito el neceser de baño y guardo en uno de los bolsillos del albornoz unas bragas negras para ponerse tras el tratamiento. De allí subió a la zona de tratamientos donde tras identificarse la pasaron a una relajante habitación donde le sirvieron un zumo natural mientras escuchaba una relajante música en un ambiente de luz cromoterapica.

Al poco apareció un bello joven, un precioso efebo educado y refinado, con un iPad en sus manos que se identificó como Marcel, coordinador de tratamientos.
Comenzó a hacerle algunas preguntas a Helena respecto a sus gustos y necesidades así como hacerle alguna pregunta de si tenía alergia al látex o a algún producto. Helena enseguida se percató de la homosexualidad de aquel precioso capricho.
Acto seguido le acompañó a una estancia contigua, le entregó una bolsa precintada con una tanga desechable y una toalla, le dijo que cuando estuviera lista se tumbase en la camilla.
Por último le pregunto:
-¿Qué prefieres para el tratamiento, un chico o una chica?
Helena parece no dudo la respuesta.
-Me da igual.

-Perfecto, luego cuando acabes te veo para ver si ha estado todo a tú gusto. Ciao

El joven cerró la puerta y dejó en intimidad a Helena para que pudiera cambiarse y acomodarse.

Lo primero que hizo Helena fue hacer una detenida vista 360º de aquella cabina; una decoración Zen elegante, la temperatura perfecta y una luz suficiente pero tampoco deslumbrante acompañaban aquella música relajante.

Tampoco quiso recrearse ya que quería cambiarse y estar lista para cuando el masajista entrará y por de pronto hacía ya un poco que comenzaba a sentirse incómoda con la humedad de la braga del biquini.
Se despojó de ella y secó con cuidado y lentamente con el interior del albornoz toda su vulva, momento en el que noto que además de la humedad del agua del bañador también estaba “húmeda”. Por algún motivo aquella situación en los vestuarios frente al joven que la
miraba con cierta lascivia la había excitado. Su sexo no lo había pasado por alto.
La vulva de Helena y a pesar de su edad era pequeña y generaba flujo abundante las veces que se excitaba; con sólo un poco de vello rubio casi inapreciable que se fundía con su blanco vientre.
Mientras terminaba de secarse pensó de nuevo en el joven de los vestuarios y lo imaginó entrando por la puerta vestido de masajista.
El pensamiento solamente contribuyó a que aún se humedeciese más.
Allí sola, completamente desnuda y excitada aquello más que un pensamiento se convirtió en un deseo, aún así supo mantener la compostura y se coloco aquel ridículo tanga desechable. Acto seguido se tumbo en la camilla boca abajo colocando la toalla con destreza encima de sus nalgas.

Pasaron unos minutos cuando sonó el “toc toc” de la puerta a la vez que lo hacía el corazón de Helena. Ya podía sentir al muchacho de los vestuarios entrar vestido de masajista pero no.
Tras el “toc toc” la puerta se abrió y Helena solo pudo ver por el agujero de la camilla unas bailarinas negras y unas largas piernas de mujer hasta debajo de la rodilla que era el lugar que aquella bata negra cerrada con una cremallera, fijaba el límite entre lo adecuado y lo sensual.
Una voz de mujer eslava se dirigió a Helena con el frío que las caracteriza y el misterio que hay detrás de esos acentos.

-Hola Buenas tardes “mi llamo Irina yo voy hacer su tratamiento”.

-¿Quieres que me mueva?
Pregunto Helena

-No, estese tranquila, yo le voy pidiendo si necesito algo. Usted sólo relájese y esté cómoda.
Está bien de temperatura?
Tiene frío?

-No frío no, de hecho hace un momento estaba acalorada. Pero eso ya son cosas de la edad …. Estoy bien, estoy bien.

-Perfecto, si en algún momento le hago daño o se siente mal dígalo.

Irina comenzó aplicando unos líquidos, seguido de unas bandas de preso terapia en las piernas de Helena que posteriormente conectaría a una de las máquinas que era la encargada de hinchar aquellos manguitos alrededor de las piernas. La sensación era agradable, especialmente cuando se descomprimía.

A su vez Irina se colocó sentada en una banqueta de ruedas en la cabeza de Helena y tras haber atenuado la luz comenzó a masajear el cráneo de Helena, movimientos circulares con sus dedos y una precisión absoluta, sobre sus sienes, su nuca, los parietales.

Helena estaba en la gloria, se había relajado completamente y le estaba entrando hasta sopor.

Irina continuó masajeando la espalda de Helena para lo cual redujo la toalla a la zona de los glúteos.

Comenzó con las dorsales llegando por momentos hasta la nunca donde uno de sus dedos casi llegaba a hundirse en esa región cervical, en concreto entre el recto mayor y menor de la cabeza.

Esa manipulación dejó a Helena casi en trance.

Se fue extendiendo por los omoplatos, la región central hasta llegar a las lumbares, no estaba dejando ni un sólo músculo sin manipular, sin duda era una experta y así lo sentía Helena.

Justo cuando estaba terminando las lumbares la máquina de preso terapia comenzó a pitar, lo que indicaba que había terminado. Irina se había sincronizado con la precisión de un buen reloj suizo.

Retiro los manguito y comenzó desde el otro extremo de la camilla a trabajar los pies de Helena, después los gemelos, poco a poco seguía trabajando cada músculo a la vez que iba subiendo por sus piernas hasta llegar a la cara más interna de sus abductores, manipulaba hasta llegar al final donde inexorablemente su mano llegaba a rozar partes próximas al sexo de Helena, y aquel tanga de papel fino solamente era una formalidad.
En alguno de los roces Helena hizo un pequeño movimiento de contorsión e Irina preguntó:

-La he molestado, le he hecho daño? Quiere que evite alguna parte ?

A lo que Helena le contesto.

-No, todo lo contrario me estas dando mucho placer. Sigue como lo haces. Necesitaba algo así.

-Muy bien señora. Tiene un cuerpo muy reactivo y no sabía si la podía molestar.

Helena pensó que lo del cuerpo reactivo lo había dicho porque podía haber notado como su sexo destilaba y aquella tanga era incapaz de contener aquel flujo.

Poco después había pasado más de una hora y
la primera parte del tratamiento había terminado.

-ahora si le voy a pedir que se gire hacia arriba.
Le dijo Irina en pie desde uno de los laterales de la camilla.

-Muy despacio no se maree.

Mientras estiro otra toalla a lo ancho poniendo una barrera visual entre ambas. Era un gesto de respeto que parecía mas protocolario, para respetar la intimidad del cuerpo desnudo de Helena.

Helena hizo el movimiento del giro sobre si misma.

-Ya estoy (dijo Helena)

Y de seguido Irina le colocaba aquella nueva toalla caliente sobre el cuerpo.
Lo primero que hizo Helena fue fijarse en la cara de Irina.

Era una chica joven, de unos veintiséis años, rubia natural,con el pelo muy corto, preciosa cara con ojos azules, nariz pequeña y una mirada intrigante, era bastante alta y delgada y no portaba ninguna joya ni piercing. Solamente dos discretos pendientes de alpaca con forma de trébol.

Helena quedó prendada con aquella chica, tenía un punto andrógino ya que dentro de ser preciosa y tremendamente sensual desprendía un aire de adolescente masculino envuelta en lo que parecía un cuerpo de modelo.

-Todo bien?
Pregunto Irina mientras de nuevo se colocaba en aquel taburete detrás de la cabeza de Helena.

-Si.
Contesto sin perder la mirada de Irina.

-Si, muy bien.

Irina esbozo una leve sonrisa y con una autoridad contundente dijo:

-Así me gusta.


Mientras Helena que ahora estaba boca arriba veía cada gesto, cada movimiento de la cara de Irina.

Y viceversa.

Comenzó manipulando sus hombros, lentamente, como todo lo que hacía, lo hacía con sus tiempos, pausada, metódica , pero a la vez tampoco eran rutinas mecánicas.
Poco a poco los desestreso y continuó por las clavículas, ahora ya con un movimiento más sensorial, solamente estaba utilizando el dedo índice y el corazón de cada una de sus manos y así llegó hasta donde las clavículas dejan un hueco que da paso al esternón.

Justo en ese momento paro. Se levantó, fue al lateral de la camilla y con estricta medición doblo la toalla como quien dobla una sábana o un mantel, con decisión y agilidad.

Este último proceso no lo hubiera narrado con ese detalle de no haber sido porque en ese momento el torso de Helena quedó desnudo justo hasta donde comenzaba su pubis.

Helena tuvo un punto de pudor al quedarse así ante Irina, y aunque ella lo negaba, la situación la volvía a encender.

Irina regresó a su taburete impregnó de nuevo sus manos de aquella loción caliente para masajes y continuó donde lo había dejado.

Justo al comienzo del esternón de Helena.
Deslizó sus dedos suavemente por el centro del mismo y los hizo llegar hasta el final, justo donde comienza el tejido blando, el del estómago y de ahí sus dedos regresaron abriéndose de nuevo otra vez hacia arriba. Esta vez hasta llegar a la parte inferior de los pechos de Helena pero sin tocarlos en ningún momento y así durante unos minutos en los que recorrió todas sus costillas, todo su estómago, sus laterales.
Mientras ambas mujeres se miraban a los ojos y solamente ellas podrían describir esa mirada.
Yo solo puedo dar testimonio de lo ocurrido por el relato que me contó Helena.

Mirada cada vez más intensa y las manos de Irina y sin previo aviso se acomodaron encima de los pechos de Helena,de manera suave, tierna, aterciopelada, los pequeños pezones de Helena se apresaban entre los largos dedos de Irina y está los apretaba a modo de sutil pellizco entre los mismos, Helena no pudo por más que morderse el labio inferior.

Fue el momento de un acta de entrega, una rendición sin condiciones a aquella muchacha que perfectamente podía ser su hija.

Helena nunca había tenido las manos de una mujer acariciando y masajeando sus pechos pero sin duda que era muy diferente a las de un hombre. Aquello era otra cosa a lo de un hombre, muchas veces tan directos, zafios y vulgares e imprecisos en sus tocamientos.

Irina sabía perfectamente la intensidad, la manera de llegar a cada parte, la temperatura de las manos, los pellizcos en los pezones. Pezones que por cierto se habían puesto duros y largos en modo cilíndrico.

Irina continuó su trabajo desde el lateral de la camilla y comenzó en otra zona peligrosa, “la del vientre de Helena”, masajeaba suavemente su vientre, sus caderas, el principio de su pubis.
La braguita de papel desechable estaba cada vez más baja y ya se podían ver aquel poco vello rubio que Helena tenía en esa zona.
No, no era depilación brasileña, laser ni cera, simplemente Helena nunca había tenido apenas vello en esa zona.

-Quiere que termine la zona?
Pregunto Irina.

Helena confundida por la situación y la excitación que todo le había provocado solo supo decir:

-Hasta el final.

Momento en el que los dedos de Irina se colaban por la autopista de su vulva, hasta llegar a una zona todavía mucho más húmeda donde era fácil que se desviarán a la profundidad de su cueva.

Y en unos momentos allá estaba, está vez ya sin las braguitas y desde la parte de los pies de la camilla.

Puede decirse que la estaba masturbando en toda regla, con una soberbia técnica, que hicieron que Helena tuviera dos orgasmos conteniendo el sonido de los mismos por su boca con una de las toallas.

Fue entonces cuando Irina se puso en pie y le preguntó mientras con sus dedos agarraba la cremallera de su bata:

-Quieres verme? Quieres todo?

Helena no contesto, sólo asíntio con la cabeza.


La cremallera bajo hasta donde se abrocha. La colgó detrás de la puerta y cerró el cierre de la misma.

Sólo llevaba unas bragas nada sofisticadas. Unas bragas de algodón con algún dibujo de un famoso ratón y ratona.

Acto seguido también se las retiro y las dejo metódicamente en uno de los bolsillos de la bata.

Era blanca de la cabeza a los pies, hombros anchos, y ausencia de pechos, sólo tenía dos pequeños pezones.
El sexo completamente depilado con unos labios gruesos y rosados. Ningún tattoo en todo el cuerpo, y una marca por quemadura en un brazo junto al hombro, eran caracteres cirílicos,una especie de marca de propiedad, como se marca al ganado.
Probablemente y por el tipo de marca aquella chica había escapado de alguna mafia de trata en el este de Europa.
No dudo en subirse encima de Helena y comenzar hacer una especie de contorneos encima de la camilla, para que me entendáis tenía cada uno de sus pies a un lado del cuerpo de Helena y en cuclillas como estaba iba subiendo y bajando decidiendo el roce entre las dos mujeres a su elección.

Helena estaba pávida, nunca se había imaginado una experiencia lésbica y ya menos a su edad.

Se estaba dejando llevar ante su inexperiencia en estas artes, pero si que es verdad que estaba muy excitada.

Por eso no hizo ascos cuando Irina llevó sus manos a sus caderas, a sus pechos.

Helena la tocaba y acariciaba como el adolescente que está perdiendo su virginidad.

Irina era quien capitaneaba el acto, y se permitía cosas como lamer la boca de Helena después de haber girado a Helena de costado, lo siguiente fue la comunión entre los sexos de las dos mujeres.

Irina había pasado una de sus largas piernas entre las de Helena y los dos sexos estaban frotándose.

Frotar dos sexos tan reactivos y sin vello y en el caso de Irina grande es un placer al alcance de pocas.

Temperatura, humedad, tempo…

Estaban disfrutando las dos al borde del éxtasis. Es de las veces que una piensa que el pene está sobrevalorado.

Helena no pudo más e introdujo su lengua en la boca de Irina y allí en aquella especie de ovillo se corrió una vez más, mientras emitía sonidos de placer cual gata en celo. Irina pudo notar la convulsión en su sexo seguido de una especie de tapón de gel caliente.

Se salió del nudo, miro fijamente a Helena y estando en cuclillas encima de ella avanzó su sexo hacia la cara de Helena ofreciéndoselo inexorablemente.

Era como haber pasado de pantalla y que la dificultad subiese.

Helena no sabía muy bien que hacer.
Recordar la ingenua ejecutiva de provincia acomodada que se acostó con el Dr. Gutiérrez. Una pipiola.

Pero allí estaba con el sexo de Irina impregnado de flujos de las dos a escasos centímetros de su boca.

La visión era surrealista para ella, no tenía ni idea como había llegado hasta allí, pero allí estaba y aquello no esperaba.
Irina lo acercó hasta el roce con su cara a la vez que emitió un sutil gemido de placer. Fue el pistoletazo para que Helena empezará a intentar hacer lo mismo que Gutiérrez le había hecho a ella cuatro años atrás.
No tuvo pudores recorrió todo, desde el clítoris, hasta el ano, procurando un excelente cunilingus que como mujer perfeccionista sin duda consiguió. Y la verdad es que disfrutó de aquella fruta al alcance de unas pocas elegidas. La cara de Helena era un poema empapada del abundante flujo de Irina, por otra parte un flujo neutro, incluso diría que dulce.

Irina se llevó mucho más de lo que podía esperar de aquella madre. Porque tuvo un extraordinario orgasmo.

Sería la primera vez que Helena se comía un coño.

Irina se salió de la camilla y dijo

-uffff.  

A continuación se puso la bata y tras pasarse una toallita húmeda por el sexo, las bragas. 

-Me he pasado de mi tiempo y no quiero que hagan preguntas.

Sacó un bolígrafo y escribió en un papel un teléfono que entregó a Helena. 

-Toma mi número. Ha sido bonito. 

A la vez y antes de salir por la puerta se agachó y besó a Helena en los labios.

Helena preguntó:

-Debo abonar algo más Irina? 

-Tienes mi teléfono para llamarme.

Contesto Irina. 

Al salir y en la recepción del centro de tratamientos se encontró con un acalorado Marcel.

-Que tal señora, todo a sido a su gusto? 

-Si. Muy bien. Mejor de lo esperado. 

-Qué tal con Irina? Es una de nuestras recientes incorporaciones.

-Muy profesional y tremendamente aplicada. Un 10 la verdad. 

-Por favor no olvide dejarnos una reseña en Google y en TripAdvisor. Y si tiene tiempo ahora puede rellenar nuestra encuesta de satisfacción…

Helena lo interrumpió.

-Lo siento debo irme me están esperando a cenar.

-Ah pues entonces hágalo en Goo…

Lo volvió a interrumpir.

-Gracias lo haré. Adiós.

—————-

-Cariño cuanto has tardado, qué tal el masaje ? 

Preguntó Gustavo en la entrada del Restaurante.

-Bien pero he dejado un dinero a deber, no llevo nada.

-Pero si dejé todo pagado. 

Agregó Gustavo

-Ya pero no me has visto como brillo ? Me hice un extra con retinol puro por todo el cuerpo. 

-Dejame tú móvil. 

Dijo Helena

-Si claro princesa. Toma

Helena: 

*Bizum 

*Enviar

*Teléfono: +3************

*Cantidad 

*250€

*Concepto: pendiente tratamiento hoy Helena / Irina.

Acto seguido rompió el papel con el teléfono de Irina y lo lanzó a una papelera.

Esta es la manera de Helena de destruir cualquier posibilidad de algo emocional y convertirlo en mercantil. 

Después de la cena y un pequeño paseo por la Av. Príncipe Belloch, fueron al hotel. 

Ya en la cama y ambos en pijama, Gustavo se acercó a Helena rozándose contra su culo. 

Helena se dió rápida cuenta de lo que quería. 

-Princesa miramos cual brillante te ha dejado ese retinol?

-Gustavo, estoy muy cansada. 

Buenas noches. 

-Buenas noches Helena.

Dijo con voz seria un frustrado Gustavo, que dejaba un hueco entre los dos en el centro de aquella cama. 

 

You Might Also Like

One Comment

  1. Hugo Styglitz

    Helena nunca defrauda y tú mucho menos… simplemente soberbio
    Mi más sincera enhorabuena, merece la pena la espera entre capítulos..

Leave a Reply