NOCHE DE REYES

Noche de Reyes. 

Éste pasado verano intime algo con una vecina de la urbanización, las largas horas de sol y asueto en la piscina hicieron que Magda -así la llamaré- y yo, llevásemos la conversación más allá de las derramas y mejoras en zonas comunes junto a los cotilleos de escalera. Por mí parte le conté que tenía un blog, y escribía algunos relatos eróticos, pintaba, fotografiaba…

Ella me contó su secreto. 

Ese intercambio condujo a una amistad y al permiso que me ha concedido para -salvando detalles de identidad- poder contar su historia. 

Pero descubriendo la inquietud de Marga y la mía por experimentar también le pedí que posara para mí. 

El relato que cuento a continuación se corresponde con la historia que me contó Magda. 

La fotografía que ilustra el relato es de Magda -debidamente desenfocado el rostro para no ser reconocida y con su aprobación- y forma parte de una sesión de fotos que hicimos juntas. 

Noche de Reyes. 

Solamente una noche mas de Reyes en una urbanización de bloques en la periferia de Madrid, una noche que las niñas correteaban por el piso nerviosas, una noche para empaquetar ese pañuelo de última hora para la cuñada, o para mirar con nostalgia a cuando todavía éramos niños y aún vivía mamá. 

Una noche en la que ya había reñido con Gabriel.

Demasiadas comidas familiares, demasiada suegra, demasiados chistes de mal gusto de cuñado y demasiada pomposidad de cuñada explicándome como debía hacer mi “out”, mi “look” que decíamos en mi generación.

Demasiada hipoteca, demasiado viaje en bus, demasiados viajes al ambulatorio a ver al pediatra, demasiado Mercadona, y demasiadas sesiones de espera debajo del logopeda de Andrea. Demasiado dos hijas de tres y cinco años y un matrimonio que ya ni sé el porqué. 

Hace ya algún tiempo que había dejado de arreglarme, de maquillarme, de comprarme ropa nueva. Era una ruina de mi misma, una caricatura de lo que fui, hace pocos años no me hubiera reconocido en aquel pijama de felpa gruesa, con aquella bata por encima. Sin haber salido con amigas ni un sólo día de esas navidades. 

Definitivamente me había descuidado, hacía meses que no iba a la peluquería, mis mechas rubias eran ya un manojo castaño. Pero me revelaba a convertirme en una gran Maruja a mis 35 años. Si es que ya no lo era.

Las niñas seguían corriendo rotulador en mano por la pared del pasillo, pintada este verano. 

Y Gabriel seguía en el sofá con el FIFA y el Fornait. Pero ya sabéis que preparar los regalos son cosa nuestra, que la cena y la lavadora también, y que el lavavajillas, para eso lo compró Gabriel, para que lavase el sólo. 

Al igual que la lavadora se tiende sola. Y estoy segura que los Reyes ese año traerían una Thermomix para que no pudiera quejarme que debía preparar las comidas. 

En definitiva yo ya no podía más. 

Y años más tarde también me di cuenta que culpaba de todo a Gabriel y a los demás cuando era yo quien elegía mi destino, o dejaba de hacerlo. 

Pero volvamos a ese día. 

A eso de las once y media las niñas ya estaban en sus camas, lo cual no quería decir dormidas, así que me fui a la cama a leer un poco mientras hacía tiempo a que se durmieran. 

Gabriel llegó al dormitorio al poco y dijo que se iba a dormir. 

-entonces no subimos al trastero en un rato?  

dije yo. 

-yo ahora, bufff . Me estaba quedando torrija en el sofá… ya si eso mañana… prefiero madrugar…

Es cierto que Gabriel estaba acostumbrado a madrugar y de hecho a las cinco ya estaba en pié, pero ese día no nos la podíamos jugar a que las niñas se despertasen antes o se lo encontrasen de mañana. 

-esta bien. Ya subiré yo. Además me queda un regalo por envolver y prefiero hacerlo arriba. 

contesté con resignación y cierto enfado. 

-ah. Pues mejor. Tu sabes mejor como se pone y todo. 

Me dio un beso en la frente como si fuera su madre y se fue de espaldas a mí, a su lado de la cama. 

Aún estuve leyendo un rato aquel libro de Ken Follet, hasta que noté el peso del mismo en mi cara. Sin duda me estaba durmiendo.

Era el momento de subir a por los regalos. 

Sigilosa cerré la puerta de casa haciendo uso de la llave para que el resbalón no hiciera el “clack”.  

Pulse el ascensor en el silencio del rellano y pulse el 5, una vez allí sólo subir unas escaleras que daban a la puerta de acceso al pasillo de trasteros. 

Nuestro trastero era el 56 y estaba al fondo de aquel laberinto de pasillos y trasteros a los que a su vez también tenían acceso los vecinos de los otros cinco portales de la urbanización, cada uno desde su respectivos portales o edificios. 

El silencio era completo en el pasillo, me dispuse abrir la puerta cuando a la vez que pulsaba el interruptor recordé que teníamos la bombilla fundida, ningún problema ya que con la puerta abierta y la luz del pasillo me apañaba perfectamente. 

Comencé a envolver con el celo que había subido y unas viejas tijeras unos calcetines de running para Gabriel, realmente era lo único que me quedaba por envolver junto a unas planchas para el pelo que yo misma me había regalado, a su vez miraba el trastero y no sé porque pensé lo feliz que podía ser yo viviendo allí, al fin y al cabo tenía un colchón y había sacos de dormir. Cuantos sin techo lo querían pensaba a la vez que envolvía. 

Me sobresalto el ruido de cerradura y los posteriores pasos que se acercaban, hasta el punto de sentir la necesidad de asomarme a mirar. 

-Hola Magda 

-Coque buenas noches!!

Era el vecino del edificio de al lado, también tenía un hijo y sin duda estaba a lo mismo que yo. 

Coque era un hombre más mayor que yo, diría unos 45 años. Un hombre reservado, serio y con el que había coincidido poco. 

-Creo que estamos a lo mismo

dijo él con una sonrisa. 

-Si, me he quedado hasta que se han quedado dormidas o eso creo.

-Pero Magda no tienes luz ? 

-Que se nos fundió Coque y un día por otro, tengo que comprar una bombilla. 

-Espera tengo bombillas de sobra yo aquí, dijo a la vez que abría el cuarto de enfrente al nuestro.

-No Coque de verdad no hace…

-Aquí!!!

Cuando quise darme cuenta ya estaba de nuevo en el pasillo con una bombilla en la mano. 

-Lo único … tienes una escalera o algo donde subirme?

-No. Sólo lo que ves, un colchón, la tienda de campaña y  cosas del camping. 

-Espera creo que tengo una banqueta… Si! 

Está un poco coja pero servirá. 

La bombilla colgaba del centro del trastero de un cable que salía de un tubo en el techo y allí el hombre empezó a maniobrar a la vez que el taburete temblaba sobre una pata. 

-Lo único si me puedes sujetar un poco. 

-Si claro. 

La bombilla quedaba alta y tampoco es que el hombre fuera Gasol, así que maniobraba con los brazos en alto mientras yo le agarre las piernas. 

Por un par de veces debí hacer fuerza ya que se venía hacia mi cuando reparé que aquello que había golpeado mi cara un par de veces era lo que había debajo de su pijama. Lo que justo quedaba enfrente de mi cara y lo que de nuevo en aquel mismo momento note que se apoyaba en mi mejilla. 

-Ya está casi Magda, no quería salir. 

No sé el porqué pero ya no conteste. 

Sólo seguí agarrada a sus piernas y con mi cabeza más hundida en aquella zona. 

-Vale. Toma la rota. 

Simplemente estiré la mano y la cogí.

Por un momento sentí que aquel bulto sin llegar a estar duro estaba más grande incluso caliente, lo pude sentir en la cara. Al fin y al cabo creo que solo llevaba un pantalón de pijama y tampoco parecía muy grueso. 

-Ya está Magda. Enciende la luz. 

Tuvo que repetirlo ya que yo continuaba abrazada a sus piernas. 

-Magda ya! Enciende!!

Lo solté despacio, di un paso y encendí. 

Efectivamente se hizo la luz. 

-Tachin!!!!!

Dijo Coque a la vez que bajaba del taburete. 

Mi cabeza quedó mirando hacia el suelo. No sé porque me sentía profundamente ridícula y avergonzada en aquel pijama de felpa azul cielo con jirafas amarillas y aquella ridícula bata a juego del Primark. Pues allí me sostuve sobre mis zapatillas de borrego y calcetines de rizo. 

Un espectáculo de mujer. 

Roja como el interior de una sandía. 

En ese momento en el que una se siente una mierda, herida en el orgullo, marchita, fea, ridícula, anti erótica…. Es cuando

Coque dio dos pasos rápidos salió del trastero al pasillo, hoy su cerradura y de seguido cerró la puerta de nuestro trastero desde dentro. Yo todavía permanecía en la entrada pegada al interruptor cuando sus manos fueron directas al cinturón de mi bata hasta abrirla y colarse directas por debajo del pijama hasta mis pechos, no dudo en comenzar a mordisquear mi cuello y llenarlo de besos y mordiscos. 

Yo solamente me dejaba hacer. 

Para cuando quise darme cuenta me había despojado del pantalón y las bragas y me estaba follando con una intensidad terrible contra el colchón en el que dormía mi suegra cuando alguna vez se quedaba. 

Me tiraba del pelo hacia atrás diría que de forma hasta violenta a la vez que me comía la boca. 

la verdad que por un momento reaccione y me di cuenta en lo que estaba pero creo que ya era tarde para todo, porque un explosivo orgasmo me estaba llegando y lo único que pude decir es :

-Joder que gusto!!!!! No te pares,no te pareeeeees!!!!! 

E inundar con un gran gemido todos los trasteros. 

Se puede decir que me dejó completamente satisfecha, un polvo para recordar toda la vida. 

Toda.

Meses y años después pensé en todas las cosas que me dijo Coque mientras me tomaba. 

Me dijo cosas muy sucias como que era una hembra de verdad, una hembra hecha para follarla fuerte cada noche, que mis tetas eran para ser amasadas cada noche, que tenía que dejarme cada noche con agujetas, mojada, tomada cada por cada poro, chupada y así lo hacía. También me dijo que llevaba años fijándose en mí en la piscina y que soñaba con que algún día me quitase el sostén, que aquel cuerpo no era para esconder, que era para disfrutarlo. Que se había hecho muchas pajas pensando en mí. 

No lo sé. No sé todo aquello que me decía mientras me follaba y yo permanecía mudita. 

Aquel hombre no era guapo, tampoco alto o musculado, ni tan siquiera tenía una polla de aquellas de películas, tampoco nunca me había fijado en él como hombre, pero desde aquella noche volví a ser otra.

Aquel hombre me deseaba con fuerza y así me lo demostró y regaló la noche de Reyes.

Me hizo despertar. 

Baje cargada de regalos, con las bragas rebosando semen que aún salía de mi vagina y sin duda con olor a sexo. Así me acosté en mi lado dando la espalda a Gabriel. Sin lavarme, sin moverme.

-Joder Magda ya has tardado no?

-Shiiiiiiii. Creí que cuando subí se habían despertado y estuve haciendo tiempo. Duérmete. 

A pesar de todo, caí dormida casi de inmediato me había dejado exhausta.

07:00 AM

-Mamá, Papá !!!!  Han venido los Reyes Magos. 

No volví a ver a Coque.

Unas semanas después Coque falleció en un accidente. 

Mes y poco note la primera falta. 

A día de hoy su viuda e hijo aún viven en la misma urbanización. 

Mi hijo Carlos nació un día de septiembre de ese mismo año.

A día de hoy Gabriel y yo compartimos 3 hij@s y un piso. Poco más. 

A Coque. 

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2 Comments

  1. Hugo Styglitz

    Simplemente magnifico, sensacional, me ha encantado, me ha enganchado desde el primer párrafo, tu forma de escribir, fluida y relajado con una cronicidad magnifica, solo puede felicitarte una vez mas y decirte que tienes un nuevo lector , voy a por otro relato.

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