ACCIDENTADOS

Un relato real contado en tres partes, la primera desde la óptica de Jaime y la segunda y tercera desde la de Helena.

ACCIDENTADADOS

PRIMERA PARTE
-Contada por Jaime-

Hace algún tiempo la madre de un compañero de uno de nuestros hijos sufrió un accidente de tráfico con resultado de distintos traumatismos severos. La pareja se encuentra desplazada desde Madrid hace un año y residimos en la misma ciudad, aunque no teníamos una relación estrecha, si existía una correcta y sincera relación, de hecho alguno de sus hijos ha estado en nuestra casa en varias ocasiones y hemos coincidido en algún acto del colegio. Digamos que son un matrimonio de unos 40 años y ambos ocupan cargos de cierta responsabilidad en un organismo nacional, son personas sobrias, educadas y con una buena formación, discretos y prudentes, quizá estos rasgos hayan sido el motivo de tener un buen feelling.
Digamos que se llaman Helena y Gustavo.
No tienen aquí familia ni ayuda alguna, aparte del servicio doméstico.
Nos enteramos del accidente estando de viaje. Aunque como he dicho no tenemos una relación estrecha, de inmediato llamamos a Gustavo para interesarnos y ofrecerle la ayuda que estuviese a nuestro alcance desde donde estábamos.
Al volver, Agatha (mi mujer) la estuvo visitando el mismo Lunes en su primer día de trabajo en el Hospital. Por la noche ya en casa me comentó la complejidad de algunas de las lesiones y el martes cuando terminé mi turno, también me acerque a verla.
Helena es una mujer guapa, elegante y con estilo, sin ninguna estridencia, de unos 42 años y extremadamente educada. Medirá unos 169 cm, rubia natural y unos bonitos ojos azules, delgada y aparentemente con un buen cuerpo para haber sido madre en dos ocasiones. Normalmente y en las ocasiones que la había visto vestía trajes de chaqueta muy sobrios y calzado bajo. Tiene esas pequeñas cosas que la delatan como el bolso de Loewe, o un pequeño Cartier de acero y oro. Por lo demás un cutis blanco, muy cuidado y casi nunca va maquillada. Puedo afirmar que nunca me había fijado en ella como mujer. O mejor dicho como objeto de deseo. Ni tan siquiera podría decir si tenía un pecho voluptuoso o pequeño, o como tenía el culo, cosa que los hombres acostumbran a fijarse ante una mujer guapa. Quizá su elegante personalidad y estilo discreto, solapaban una atractiva mujer.

Cuando entré en la habitación estaba sola, le di un beso en la mejilla con mucho cariño y me interesé por cómo se sentía y la atención recibida, la note incomoda, tensa , inquieta, y le pregunté qué le pasaba. En un alarde de sinceridad me reconoció que había avisado hacía ya rato al control para que le acercaran la bacinilla y que aún esperaba sintiéndose ya mal.
Le dije que no se preocupara a la vez que apreté de nuevo el pulsador del control. Con su voz inalterable a pesar del dolor y la incomodidad me dijo de manera resignada

-“si da igual he llamado ya varias veces y nada”.

-Espera le dije.

Salí al pasillo a buscar a la auxiliar y en el trayecto al control me percaté que había ocurrido un deceso en la planta a la vez de un ingreso, todo ello en horario de relevo, con lo que estaban un poco colapsadas.
No solicite más ayuda, al entrar de nuevo a la habitación desactive el pulsador y me dirigí al baño, cogí la bacinilla y me fui hacia ella.

-Tranquila Helena , están bastante liadas con una urgencia le dije. Vamos hacerlo procurando no te hacerte daño.


Decir que por sus distintas lesiones estaba bastante inmovilizada, y que de manera visualmente muy aséptica levante un poco la sábana por el lateral de la cama y fui introduciendo la bacinilla debajo de sus glúteos, introduje la cuña poco a poco, pero sin parar, me ayudo levantando el culete lo que pudo.

-Así está bien?

-Si gracias Jaime eres un sol.

-Voy yo también al baño

Le dije.

Lo hice para que se sintiera más cómoda y no se sintiera violenta a la hora de hacer sus necesidades, pero la pobre iba tan apurada que al momento empecé a oír el ruido de la orina golpeando contra el plástico de la bacinilla. Me fui al baño y me lave las manos.
Realmente y desde un punto de vista social no me resultó extraño haber hecho el gesto con un ser conocido aunque de alguna manera había una barrera, por otro lado tanto la naturaleza de mi trabajo como la del propio género humano normalizaban el gesto.
Cuando salí provisto de toallitas húmedas que había en el baño le pregunte : -Mejor ?

-No me aguantaba más “tío”.


Me hizo gracia en una mujer como ella y con lo poco que nos conocíamos lo de “Tio”.
Anda vamos a ponerte cómoda. Introduje de nuevo la mano para sacar la bacinilla, ella hizo lo que pudo para levantar un poco su maltrecha pelvis, yo con el debido cuidado de no hacerla daño ni derramar la orina, la saque deslizándola sobre la sábana, de seguido volví a introducir la mano a la vez que le dije, vamos a dejarte limpia y bien. Mi gesto fue el de toallita húmeda en mano dirigiéndose a limpiarla. A ciegas, haciéndome camino por debajo de la sábana encimera. Fue un gesto sin malicia alguna.
De verdad, instintivo e inocente. Puramente humano. De ayuda. Sin premeditación alguna. Espontáneo.
Pero cuando llegó, la toallita mis dedos, se hundieron en su sexo, diría que tres cuartas partes de mis dedos (y son largos), un sexo blando y húmedo, muy húmedo, profundamente depresible a mi tacto.

Por la posición debajo de las sabanas y lateral de mi cuerpo hacia el suyo, mis dedos se mojaron de él.

De su sexo.

Noté una inspiración rápida y profunda en ella.

Contenida. Quedo callada. Pausada.

Diría que asustada. Sostenida en un vuelco de su corazón.

No hizo falta mirar el monitor para notar la alteración inmediata de su pulso.
Me retiré al baño, vacíe la bacinilla y la deje en el higienizador, no sé porqué, no lo sé, pero… me olí la mano, los dedos.
Olía a sexo.
Me lavé.

Tampoco sé porque me olí los dedos, nunca me había fijado en aquella mujer. No había confianza alguna, solo respeto y compasión por su estado en aquellos momentos. Y además cuando la ayude a orinar, por mi cabeza solo paso el aliviar a un enfermo a una persona en estado de convalecencia, lo hubiese hecho igual si hubiese sido un hombre, un anciano, o cualquier ser humano de cualquier raza o etnia, cualquiera en esa circunstancia, pero el caso es que acababa de olerme los dedos después de tocar su sexo. Y que había sido ella, Helena , y no otra persona. Una mujer en la que jamás me había fijado. De alguna manera y por tratarse de un hecho extraordinario en mi, me sentí mal. O al menos contrariado conmigo mismo, incluso con mis principios profesionales y éticos.
Mal. Muy mal.


Regresé junto a su cama, se me ocurrió llevarle algo de colonia fresca del baño para refrescarla y que se sintiera bien, es algo que gusta en general a las personas que pasan tiempo en un lecho, pero aquel acto de olerme, me había hecho volverme más espartano en mis formas. Creo que fui hasta más parco en palabras, omití por unos momentos mi lado más humano, más empático, para sustituirlo por una conversación más técnica, relativa a sus lesiones y a su proceso de recuperación. Sin olvidar las formas. Ella también las mantuvo, hablamos de los niños, de la logística con ellos mientras durase su recuperación. De que Gustavo se había cogido unos días y que su hermana y cuñado se quedarían por unos días más.
Hablamos de la tolerancia al dolor y de una más que probable nueva cirugía para estabilizar una de las fracturas, de la vascularización de unos de sus pies… Por momentos la conversación, quizá por la crudeza de los asuntos tratados hizo olvidar (o suspender temporalmente) el reciente singular momento vivido. De hecho volví a tener la ternura que habitualmente albergo y que por otra parte se espera de una visita y de un médico amigo o conocido. Al final le ofrecí la colonia de baño fresca, y me lo agradeció.
Fui por el envase al baño, era de una marca comercial de toda la vida, de estas que vienen en un envase de 750ml de plástico.
-Haber como hacemos?

le pregunte

Incapacitada ella entre las vías, fijaciones y drenajes, sacó su lado coqueto y dijo,

-Yo con estos pelos …. Lo primero que voy hacer cuando salga es ir a la peluquería.

-Bueno … tranquila mujer demás de bien estas. Mira te doy un poquito en el cuello y en las manos vale ?


Le había explicado el procedimiento de aplicarle colonia como cuando explicas otro procedimiento invasivo para que el paciente este tranquilo sabiendo lo que va a suceder.

-Vale.
Contesto de manera resignada. Me aplique la colonia entre las manos le incorpore un poquito la cabeza, aproveche para darle la vuelta a la almohada, frote su nuca con la colonia y posteriormente lo apliqué en sus manos. Me miró y me dijo:

-doy pena verdad?


-Pena me darás cuando nos invitéis a una buena cena y debas pagar. Mientras le sonreía de manera sutil agarrando una de sus manos.
En ese momento se abrió la puerta era Gustavo acompañado de la hermana de Helena .


-Hola Jaime!!!


– Gustavo!


Contesté yo mientras seguía con la mano de su mujer entre mis manos. Sin ninguna prisa y con la naturalidad que tenía el hecho de acomodarla para un profesional sanitario, terminé de recolocar la cama, y la solté para abrazar a Gustavo, que sin ninguna duda le reconfortaba mi presencia allí visitando a su esposa. Le aportaba seguridad.
En muchas ocasiones personas con grandes habilidades sociales y un buen nivel socioeconómico y cultural, se sienten profundamente indefensos en los ecosistemas hospitalarios. El simple mínimo contacto con un sanitario conocido les ayuda mucho. Esto los médicos lo sabemos y procuramos ponerlo en valor.

-Te presentaré a la hermana de Helena, Amanda. Mira Amanda este es el Dr. Gutiérrez es el papá de esos niños tan guapos y educados que te he presentado en el colegio, excelente profesional y mejor persona. Es el marido de la Doctora tan guapa que ayer también estuvo visitando a Helena , que gran familia.

Interrumpí la parrafada de Gustavo acercándome a la hermana y le dije:

– Jaime, llámame Jaime.

Noté como Amanda había hecho una radiografía nada más entrar en la habitación, prudente como su hermana y buena observadora sin duda noto algo en el ambiente.
Pero su buena educación y un sentido del saber estar le hizo ser prudente y no hacer ningún comentario.
Seguimos un rato de charla distendida hasta que me retire. -Gustavo cualquier cosa nos llamas.
– Helena …, lo mismo. Amanda un placer. Nos vamos viendo, Agatha o yo procuraremos pasar cada día y hablamos con los de COT.

Entonces la hermana muy directa me preguntó,
-“pero volverá andar bien? (Lo dijo algo nerviosa)
-A lo mejor con plasma enriquecido de ese que ponen a los futbolistas.”
-Seguro que volverá andar bien.

-Seguro.

Afirme rotundamente.
-Pero de carpintería la verdad no se mucho.
Sonreí. Y volví a repetir:

-Hablamos con los traumas, haber que plan tienen y os decimos algo.

Esto ocurrió hace dos años.

A día de hoy gracias al buen hacer de los Traumatólogos, Fisios y su propio esfuerzo y tesón, Helena está completamente recuperada del accidente y por supuesto anda perfectamente.
Entre tanto han ocurrido otras cosas.


———–

SEGUNDA PARTE
El temido reencuentro.
-Contado por Helena-


Finales de Junio 2016.

Aquel viernes habíamos quedado, cuatro compañeras de trabajo para cerrar la semana y dar la bienvenida a la temporada estival, el motivo principal era un «porque sí», comida de chicas, y un tiempo de asueto, un rato divertido, no requería de más motivos o escusas.
Además no debía de preocuparme por los niños, era su último día de clase y al salir Gustavo los recogía para irse con ellos hasta Calpe donde se quedarian con sus padres hasta principios de Agosto, él regresaría el Domingo a la noche.
Esas comidas fuera del ámbito laboral siempre desinhibian del corsé lingüístico que usamos en nuestro organismo, esa jerga que aveces resulta hasta pedante, es cierto que en estas citas siempre se hablaba de trabajo pero también de otras cosas y siempre había un margen para la broma, la moda, las compras y esas tantas otras cosas de las que hablamos las chicas que rondamos los cuarenta. (43)
Era un restaurante de esos de moda, recientemente había recibido un solete Michelin, pero a su vez desenfadado, reserva previa claro, de lo contrario hoy en día es muy difícil comer, y todas las mesas a distintas alturas estaban ocupadas. Nosotras estábamos digamos en la parte más baja del local, como he dicho sin llegar a ser dos plantas si había como dos alturas diferentes.
El ruido ambiental no era muy alto aunque si se sentía un «run run». Andábamos en una conversación divertida y riéndonos cuando me fijé que ya repetidas veces Maika tenía la mirada constantemente perdida detrás mío. Elisa que estaba junto a ella en la mesa, se percató que yo me había dado cuenta y no pudo contener el decir:
-!Maika tia, que no te va a entrar ni el segundo plato, que te lo estás literalmente comiendo!
-Se más discreta!!!
– uff- exclamó- balanceando la cabeza a la vez que se mordía el labio inferior. Es que no veas como está el bombero.
Rieron las dos, a la vez que ingerían más vino blanco de sus copas.
Tanto Carmen como yo estábamos ausentes de la vista ya que la misma se producía a nuestras espaldas y no era cuestión de girarse para mirar.
Fue cuando Maika empezó a describirnos su visionado.
-Mirar: medirá 180, está delgado pero a la vez tiene músculo y fibra, lleva el pelo cortito y moreno moreno, yo le hecho unos 37, no lleva anillo de casado, es muy muy guapo, parece muy amable y educado con las dos lagartas con las que está, además debe ser divertido porque esas dos arpías que aspiran a emparedarlo juntas, no hacen más que reír. Y lo más importante chicas, le he podido ver el culito cuando iba a la barra y ….
volvio a morderse el labio inferior
-Creo que tendré que sacar el satisfyer del cajón.
-En cuanto salgamos voy a comprar pilas para todos mis juguetes.Que triste esta pobre cincuentona recurriendo a la juguetería y la electrónica.
Reímos todas
Carmen añadió:
-Bueno Maika, dinos al menos como va vestido para ubicarlo, lo mismo voy al lavabo y… ya hago un oteo.
Mira si no te hace falta, tú te giras y cuando veas a uno que la chirla se te hace agua..
-!!!PERO QUE BRUTA QUE ERES!!!
Le interrumpimos las tres a la vez, al mismo tiempo que nos partíamos de risa …
-Jajaja
-Esta bien, esta bien
decía Maika
-Mira lleva unos pantalones de esos tipo deportivos sin cinturón pero de vestir, muy finos y parece un tejido elástico, son sueltos aunque por delante le marcan todo el paq..
-!!MAIKA!! Interrumpimos otra vez.
-esta bien, esta bien …
-arriba lleva un polo marrón y en su muñeca derecha lleva algunas pulseras de cuero o cuerda y unos zapatos sandalia de cuero marrón.
Maika era la más mayor de todas, justo hacía unas semana había hecho cincuenta y llevaba divorciada unos cuantos años, en el trabajo era muy estricta y seria, pero el salir un poco, y el alcohol, la transformaban.
En realidad (y a excepción de Maika que era un poquito más mayor y divorciada), éramos cuatro mujeres que rondaban los cuarenta , con buena formación académica, responsables y que trabajaban hacía años en la administración, todas estábamos casadas y con hijos, digamos que teníamos unas vidas bastante aburguesadas, ordenadas y hasta aburridas. Todo nuestro pecado era haber tomado dos o tres vinos que seguramente por la falta de costumbre nos hacían estar un poco en modo veinteañeras. La conversación se había desviado de destinos vacacionales, a la tontería de aquel George Clooney en el restaurante, que sólo era eso, una tontería de cuarentonas saliéndose de su cara de funcionarias impávidas en una comida de viernes.
Mientras seguíamos hablando Elisa que era mucho más prudente, hizo una mueca rápida requiriendo nuestra atención y con voz baja y pausada dijo:
-no va hacer falta que nadie se levante al baño, va a pasar ahora mismo junto a nuestra mesa.
– Ahora! (Añadió casi en un susurro)
Note el aire de cuando alguien pasa cerca.
Carmen y yo levantamos la cabeza mirando la cara del desconocido como dos estudiantes de bachiller.
Creo que la comida me regurgitó entera.
Espacio tiempo, se pararon.
Note primero las mejillas muy muy frías, acto seguido las note muy muy calientes. Para luego pasar a que todo mi cuerpo estuviera como de hielo.
No se todas estas sensaciones que tuve y os cuento si duraron uno, dos tres segundos o quince pero que me recorrieron mientras escuchaba a la vez que mis amigas:

-Helena Hola !!!

A la vez que abría sus manos como en un saludo gestual que hacía como decir pero que bien estas, sin decir nada.
Parece mentira que un, «Helena Hola», que dura tan poco, él lo hiciera tan largo y que a mi me lo pareciera aún más.
Me incorporé y sin dudarlo me fundí en un abrazo, digamos que era el quien me abrazaba, como quien ha rescatado del olvido a alguien de hace años, a alguien querido a quien no esperabas o como saludas a un viejo tío por navidad.
Trate de recuperar mi cara más protocolaria y a la vez que me separaba de aquel abrazo que recuerdo eterno, esbocé mis primeras palabras:
A todo esto había olvidado al hombre de la mesa de atrás , el caballero adonis.
-Hola Jaime cómo has venido aquí ?
Pregunta estupida. Estupida estupida estupida. Me di cuenta a la vez que lo decía pero ya no tenía solución alguna.
-Cómo he venido a tu mesa, o como he venido al restaurante?
Me contestó muy sonriente dándose cuenta que yo había dicho una tontería.
-hay tonto, ya me has entendido

Pero porque estaba yo llamando tonto, ha alguien con quien no tenía la confianza para hacerlo y que además tanto su señora como el se habían molestado en ayudarnos mientras yo estuve convaleciente?
Sin duda los nervios me estaban jugando una muy mala pasada.
No me lo hizo pasar mal y tomó las riendas de aquel desaguisado de conversación que yo proponía.

A todo esto me di cuenta que después del abrazo mis manos habían quedado entre sus manos, hablábamos y mis manos estaban entre las suyas como en una obra de teatro, y además yo lo miraba hacia arriba. Creo que me estaba poniendo muy roja.
Principalmente se interesó por cómo estaba, me pregunto por un montón de detalles de mi salud, era como si se hubiese estudiado mi historia, conocía detalles que ni yo recordaba.
Luego también me pregunto por Gustavo, los niños, mi hermana Amanda de quien recordaba el nombre solo habiéndola visto una vez.
Y siguió hablando…
-No te haces idea que ilusión me ha hecho encontrarte Helena . Pero ahora que me has contado esto de Gustavo y los niños, empiezo a pensar que nos están engañando, es un complot familiar porque Agatha también se ha ido esta mañana con su hermano, los niños y sobrinos a Disney a pasar estos tres días.
Hizo una profunda sonrisa y una pausa.

Yo seguía allí, cogida a sus manos y mirando hacia arriba. Mire hacia la mesa donde creí que estaba y vi a dos mujeres creo que algo más jóvenes que yo como nos miraban. Estuve segura que les daba pena, que estaban pensando que era una paciente a la que le daba ánimos.

-estás con ellas?
De nuevo no sé porque pregunté así. Casi parecía una pregunta inquisidora, fiscalizante.

Pero él de nuevo pausado y sonriente me contestó calmado y natural.
-Si, son amigas y compañeras, hemos venido a celebrar el día de Grog.
-qué es eso de Grog ? Pregunte
-Jajajaj (a la vez que ya soltaba mis manos)
Por cierto ahora no sabia que hacer con ellas.
Si ponerlas en jarra, llevarlas a la espalda.
-Era una broma Helena , el día de Grog es una excusa como cualquier otra para ir a comer o cenar con amigos, para disfrutar de una buena experiencia. O hacer todo.
Volvió a sonreír.
Bueno realmente nunca había perdido la sonrisa.

-Oye Helena !! No vas a presentarnos a tu amigo?
Arrojo con voz grave Maika por su boca.

La hubiera disparado.

-Ah!! Si, si disculpa Jaime creo que ….

-Bueno son mis compañeras Carmen,Elisa y Maika y él es el Dr. Gutiérrez, mi médico.

Vigésima metida de pata, porque decía que era doctor, a quién le importaba, puede que mi falta de discreción hubiera molestado a Jaime la verdad no me reconocía ni yo misma y además por qué mentía a mis amigas diciendo que era mi médico, cuando no lo era, es más por qué a mis amigas las distanciaba gramaticalmente llamándolas compañeras de trabajo únicamente.
Por suerte no hubo besos, ellas se quedaron sentadas a modo espectadoras. Maika la más atrevida creo que había pasado a hacer algo peor porque no veía sus manos sobre la mesa y su cara era un poema.
-Jaime, llamarme Jaime .
Les dijo sonriendo.

-Helena salgo fuera a hacer una llamada. Hablamos. ¿vale?
Dijo poniendo distancia entre nosotros y alejándose
Si claro. Un beso Jaime.

Un beso? Desde cuando se le dice a nadie un beso estando con esa persona.
Acababa de tener la conversación más idiota de mi vida. Tanto Jaime como mis amigas tenían que haber notado que algo me pasaba. No había dicho más que bobadas desde el primer momento dejándome mal yo, y a él. No creo que se volviera a acercar a mi aunque me volviese a accidentar debajo de otro camión.

-Haber tía (mientras llenaba su copa). Me quieres decir que ese pedazo de adonis sexual, (puso especial énfasis y vocalizo mucho más despacio lo de «adonis sexual») dios del amor, el sexo y el deseo, es tu ginecólogo y que tú estabas tan tranquila mientras… (inspiró despacio y dio una pausa de segundos), nosotras estábamos aquí en la mesa digamos embelesas. Embelesadas es un eufemismo, eh Helena un eufemismo por que el adjetivo sería CACHOND….

Ssssssssssss!!!!!!

-Calla Maika, calla!!!!

-Que te van a oír sus amigas dijo Elisa.

-Pero si que nos tienes que contar esto de tu ginecólogo. añadió Carmen.

-Haber …
Me puse seria. Estaba diciéndome, Helena vuelve a ser tú.
-Haber lo primero no sé de dónde habéis sacado que este hombre es ginecólogo. Porque no lo es.
-Que pena hubiera pedido cita.
Interrumpió Maika, para que me rebuscara desde el útero hasta el final del ovario.

Continué explicando
-Lo segundo, su mujer y él son papas de unos compañeros de los niños. Y solo los conocemos de eso, porque tampoco van mucho por el cole. Su mujer también es médico especialista y cuando el accidente nos cuidaron mucho y se portaron muy bien. Nada más.
No tengo más relación, de hecho creo que es la vez que más he hablado con él.

No se sí haberme puesto tan a la defensiva había delatado más mis nervios y cierta angustia, pero no se me ocurrió otra cosa.

-Vale Helena , tranquila mujer. Estábamos bromeando dijo Elisa.
-Y aunque tengas una relación distante y fría, reconocerás que esta muy bueno
añadió Carmen con cierta ironía.
-Bueno al final nos hemos reído y como os digo es que es un poco relación de respeto, además ya sabéis como son los médicos, les gusta sentirse admirados, por eso dije que era mi médico. Por agradecimiento a sus visitas y las de su mujer cuando el accidente. Además que creo que este es de los que se lo tiene creído.
Esta gente mejor a ralla.
Añadí buscando una absurda distancia de él.
Mis amigas me miraban ojoplaticas, como diciendo pero esta no se cree ni ella lo que dice.

Justo en ese momento entró de nuevo Jaime de hacer su llamada, y de camino a su mesa hizo una breve escala en la nuestra.

-Helena no me he dado cuenta antes pero ….
-Qué haces esta noche?
Un silencio recorrió la mesa, que no por la pregunta sino yo creo que esperando mi respuesta.
-Nada. Nada .
Repetí rápido y casí tartamudeando.
-Ir a casa.
Las miradas entre las chicas eran de peli de Alfred Hitchcock, (suspense total)
-Te parece te paso a buscar por casa y salimos a tomar algo?
-Claro, si . Claro que si.
(entre enorme sonrisa de condescendencia)
Respondí como un autómata.
-Te parece a las nueve, así te da tiempo a descansar y cambiarte ?
-Si. Muy bien Jaime. Las nueve perfecto. A las nueve perfecto. Te espero.
Dije deprisa y revolviendo las palabras como una papilla.
-Luego nos vemos.
-Disfrutar chicas.
Dijo él dirigiéndose al resto.
Y las gracias de cortesía por parte de ellas.

Un silencio eterno en la mesa fue finalmente roto por la aguda voz burlona de Elisa, que decía a la vez que me lanzaba una servilleta arrebujada:
«Claro si, claro si. Las nueve,las nueve, doctor pefecto té espero, las nueve, pefecto».

———

TERCERA PARTE
Contada por Helena



Aún quedaban aproximadamente tres horas para mi cita con Jaime, mientras me deshacía de la somnolencia producida por la comida y el vino, dando vueltas en la cama de aquella calurosa tarde de finales de Junio.

A través de la ventana se escuchaba a los niños jugar en la piscina de la zona común, y yo no podía hacer otra cosa que darle vueltas a todo, a todo.

Mejor lo hiciera siendo sincera conmigo misma y mejor lo hiciera desde el principio.
Así que recapitulaba.

De dos o tres años para aquí mi relación con Gustavo se había precipitado en un declive sin retorno. Los niños, los trabajos, la casa, los meses de mi recuperación tras el accidente, puede que fuera un peso demasiado alto que quizá un matrimonio normal no podía soportar. A ello había que unirle que habíamos entrado en unos años de matrimonio que tal vez llevarán a aquella soporífera rutina que en aquellos momentos me hacía estar un poco apagada y desencantada con mi vida actual.
Pero todo este pensamiento, esta autojustificación, la estaba construyendo para liberarme del remordimiento de quedar a tomar algo con Jaime?

La verdad si lo pensaba era un hombre muy atractivo, con su pelo tan cortito, frondoso, guapo, siempre con una sonrisa y tan discreto y educado, de esos tíos que ves y piensas no es normal que tenga una familia y un trabajo respetable, me lo imagino más detrás de una barra de un pub de moda, pero estos clichés míos creo que solo marcaban mi decadencia. Por otra parte Gustavo por algún motivo que ahora empiezo a relacionar con inseguridad siempre lo había tenido en su punto de mira, no era la primera vez que se había referido a él como «el revolucionario» o «tu amigo el Dr. Bolchevique», si bien es verdad que estos comentarios los había realizado en el ámbito más privado de nuestra casa y después con él se había mostrado muy cordial, incluso les enviamos un regalo por Navidad, creo que Gustavo había preferido está opción antes de una comida o cena con el matrimonio, quizá por alejarme de él,
¿habría notado atracción por alguna de las dos partes?
Sería que realmente a Gustavo le atraía Agatha y por eso despreciaba a Jaime y trataba de alejarse?…
Mi cabeza había entrado en una espiral de suposiciones que tenían más que ver con la ciencia ficción o la paranoia, que con la realidad y lo único cierto es que la tarde iba pasando y yo estaba sola en la ciudad, había quedado con un hombre casado que me atraía y que también estaba sólo.

Pero pensé, bueno realmente soy una mujer moderna, ésto es normal, quedar con un amigo a tomar algo.
Normal.

Por un momento recordé el primer día que estuvo en la habitación del hospital a verme, el día que no me aguantaba más sin orinar y las malditas enfermeras no acudían a ayudarme.
El día que no sé porque me puse húmeda como una tarde de otoño en mi Galicia, cuando Jaime se prestó a hacer de enfermera para que yo pudiera hacer pis, el día que no sé cómo me moví para que los dedos del hombre con el que iba a quedar en dos horas acabaran muy dentro de mí, ese momento que por poco grito de placer y en el que seguramente él solamente siéntese asco de mancharse con mis fluidos.

El agua fría de la ducha que caía sobre mi cuerpo empezaba a hacer su efecto y me empezaba a despejar la cabeza de todos los efluvios del alcohol y el sopor acumulado.
Salí de la ducha, me sequé y quede mirándome frente al espejo del baño, la verdad para mis cuarenta y tres años y dos partos no estaba nada mal, puede que mis caderas hubieran ensanchado algo, pero apenas tenía celulitis, ni tampoco tenía apenas estrías y estaba delgada, si es verdad, unas pequeñas pistoleras y las cicatrices recientes del accidente, pero me veía muy bien, mis pechos seguían en su sitio, puede que no con la misma turgencia que cuando tenían 20 años, pero al no ser muy grandes continuaban firmes, y yo diría que muy bonitos, mi pelo mojado goteaba y mucho tiempo después me sentía atractiva, pero también es verdad que era un aspecto que los últimos años había enterrado para Gustavo, prefería ser mamá, “los niños pueden oírnos”, o noche tras noche un “estoy cansada”, a la vez que me daba la vuelta, pero ahora no era el momento de pensar en eso, era mi noche estaba de fiesta de madre, esposa y trabajo.
Camine desnuda hasta el dormitorio, abrí el armario y ….

UFFF

Qué me pongo ?

Miraba el armario y lo volvía a mirar, y ya llevaba como diez minutos haciendo la misma operación, había entrado en una especie de bucle.
Mire la hora en el reloj de la mesilla de noche.

20:10

Quedaban 50 minutos y a mí me parecía muy poco tiempo.
Haber Helena ,
-me decía a mi misma-
siempre has sido una mujer resolutiva,
piensa tiempo y destino.
Vale,
Tiempo: hacía mucho calor, demasiado, no sé si era por los nervios o me estaba justo llegando la menopausia en ese mismo instante, pero ya no era calor, eran sofocos.
Destino: lo desconocía. Bueno iba con un conocido a tomar algo o a cenar, no lo sabía muy bien, realmente iba a ir donde Jaime me llevara.

20:20

Seguía mirando el armario.
Había llegado el momento de tomar decisiones.
Empezaría por la ropa interior.
Así me fui a la cajonera de la ropa interior.
La tengo dividido en cuatro:
las braguitas de andar por casa y las de los días de regla.
Braguitas y culottes.
Tangas, bodys y prendas más especiales.
Sujetadores.

Un tanga negro, pensé, el negro va con todo. Vale me pondría uno que la tira del culete y la de la media cintura es una cadenita, realmente sólo lo había llevado una vez.
Cuando me lo estaba poniendo me dije:
Helena vas a parecer una cualquiera.
Era verdad. Aquel tanga de fantasía no era para este día.

Ya esta!!! un conjunto elegante.

Vale me pondría una brasileña de “La Perla”.

Era una brasileña negra semi transparente con puntillas bordadas.

Ya la tenía puesta cuando me dí cuenta que donde iba yo con algo tan buscado, era demasiado rimbombante, demasiado de mujer fatal.
Además era un conjunto que me había regalado Gustavo y la verdad nunca me había gustado.

Me lo quite.

SI!!! ya se !!!!
Una Tanga negra negra de “Andrés Sarda” con un sencillo hilo dorado.

Vale ahora si.

Pero ….

No sé …..

La verdad es que primer día y con un tanga negro y además con este calor….

NO.

Tampoco.

20:30

Volvía a la situación inicial.

Desnuda frente al armario.

Ni idea que me iba a poner.

Además que volví a pensar, que tontería es ésta.
Que mas da mi ropa interior.
Ni que Jaime la fuese a ver.
Claro.
Cambio de planes.
A la otra parte de la cajonera.

Si. SI!!!
Por fin.

Una braguita culotte blanca de “Women’secret” . Era sencilla pero cómoda, y a la vez muy mona, a los dos lado tenía dos bandas a modo de tiras de tul transparente, y en la parte central el clásico pequeño lacito.

Era discreto, mono, sencillo y a la vez casual y veraniego.

Quedaban 25 minutos para mi cita y me había conseguido poner unas bragas.

Y ahora…

Bueno decidiría que sujetador ponerme en función de que ropa eligiera y ….

Vestido o dos piezas ?

Quizá un vestido sería muy blando.
Bueno tenía alguno más informales, de esos que te compras cuando estás en sitios de playa, por ejemplo se me ocurría uno largo de verano que no tenía nada de blando, me lo puse en Ibiza, pero… la espalda era abierta y el escote era para Ibiza.
Además yo estaba muy blanca.

Ah! ya sé…

Un buzo fresquito, tenía varios.
Si! quizá el verde, me lo pondré con el cinturón ….
o sin cinturón…
ummmmmm

Por de pronto el verde me queda bien con un sujetador negro,
si llevo dos botones desabrochados, puede insinuarse y quedará discreto.

Abrí el cajón de los sujetadores y…

Eureka!!!

A la primera .

Un sujetador negro de encaje y sin aros, con una fina banda de tul en el contorno inferior. Un clásico. Además solamente tenía una puesta.

Seguidamente me puse el buzo y …

Problema.

Jaime mediría 180 aproximadamente, y yo todavía no me sentía muy segura con tacones (por inestabilidad en un tobillo), y la verdad con el buzo y calzado plano me sentía como un patito.
Probé unas alpargatas con cuña pero … no quedaban muy bien.

ufffff.

20:50

Ya sé!!!

Es verano y hace mucho calor. Se trata de una cita informal y Jaime siempre me ha visto muy señora.
Me vestiré sencilla, cómoda, como si no me importara, como de bajar a tomar algo.
Juvenil.

Si!!! Lo tenía.
Tenía el «look».

Volví a quitarme el buzo.

El petó Blanco.
Me pondré el peto blanco.
Es un petó Blanco de una loneta con elastina muy blandita y de pierna estrecha, en la parte del pecho tiene unos motivos muy finos bordados en rojo junto al pequeño logo de la marca.

Perfecto.

Y debajo….

Ummmmm
Ummmmm.
Una camiseta de tirantes azul.
La camiseta me quedaba medianamente ajustada, y el azul contrastaba muy bien con el blanco del peto.
Y…
Ya sé.
Ya sé cuál será el calzado.
Las sandalias de cuero.

Eres una crack Helena .
Eres una Crack.
(Pensaba para mi misma) .


20:57


De nuevo en el baño, para unos últimos retoques y última parada frente al espejo.
Oh!!
Había un detalle que no me gustaba.
Los tirantes negros del sujetador con la camiseta azul.

Ufff.

Y qué camiseta me pongo?

No hay tiempo Helena .

Mejor un sujetador blanco ?
De nuevo fui al dormitorio, sin sacarme la camiseta me quite el sujetador negro y mientras miraba el cajón…
Ringggggg
Ringggggg
Mi teléfono sonaba en el baño.
Sería Jaime para decirme que me retrasaba. Fui caminando deprisa los pocos metros que separan nuestro dormitorio del propio baño que alberga el mismo.

Era Gustavo.

Ringggggg
Ringggggg

Mientras veía su nombre en la pantalla y lo dejaba sonar, me miraba en el espejo del baño.

Y si no me pongo sujetador?

Realmente la camiseta no se transparenta y además el peto me tapa el frontal del pecho.

Me mire lateralmente.

Se apreciaba una bonita silueta, exactamente una 85, que no sé por cuanto tiempo seguiría en su sitio, pero con la que sin duda aún me sentía muy a gusto.
Extrañamente la parte de mi cuerpo que mejor había resistido el paso del tiempo.
Se notaba que no llevaba suje, pero se perfilaba un bonito contorno.
Parecían de una chica de 25. Y si se fija pues…
En el fondo pensaba,
«ojalá se fije».
Además tengo 43 años para saber que los hombres se emboban con el bamboleo natural de unas tetas.

Ringggggg
Ringggggg

Por Dios!!! Que hombre más pesado!!!

-Dime Gustavo
-Ranita, qué ocurre que no contestas, me engañas con otro?

(Gustavo me llamaba ranita hacía años, podéis imaginar que venía de una broma de matrimonio a consecuencia del
nombre de mi marido)

-Me has cogido saliendo de casa, me esperan abajo para tomar algo.

(Me di prisa y hablé rápido antes que empezase hacer preguntas, y pregunté yo antes, rápida y repetidamente)

Qué tal el viaje?

Los niños han comido?

Le has dado a Óscar su inhalador?

Recuerda ir a la farmacia a comprarles la crema para el sol, si no tu madre les pondrá la del super.

-Gustavo te dejo, me está llamando Maika.
Mañana hablamos.
Un beso.

-Descansa que el viaje ha sido largo.
-Y tú divierte, anda mujer, arréglate y pásalo bien.

Gustavo sabía que hacía tiempo que no estábamos bien,
que yo no estaba bien.
Pero él seguía absorto en el trabajo y cuando llegaba a casa en las competiciones deportivas, daba lo mismo de que deporte hablaras o que liga, Gustavo lo mismo sabía la alineación de un partido de balonmano de la tercera división de la liga turca, que el hándicap de un golfista regional de Nueva Zelanda.

En cambio desconocía cuando yo me se sentía, triste, vacía, desolada.

En el fondo creo que se sentía mal por haber perdido la brújula de mí, y nunca dudaba en motivarme a que me comprara ropa o saliese con las amigas o complacerme con lo que yo pidiese porque él tampoco tenía iniciativa.
Luego estaba su madre, pero eso ya sería otra conversación.

21:06

Ringggggg Ringggggg

Jaime era Jaime.

– Jaime perdona ya bajo. Me retrasé. (Conteste de seguida)

-Helena veo que está todo bien. No hay problema.

-por qué dices eso?

-pensaba que te tenía esperando en la calle, disculpa era para avisarte que llegaré en diez minutos.

-Te pasó algo ?

-No tuve que pasar a ayudar a una urgencia al vecino. Y me entretuve.

-Pero es grave ?

-Bueno…. En cierta manera si. (contesto Jaime con voz de suspense)

-El cortacésped nuevo se le tiró a la piscina. Y lo hemos tenido que sacar. Jajajaja

– Ay que tonto, que susto me habías dado.
Ja ja
(de nuevo volví a mostrar sin querer ese trato tan cercano, llamándole tonto cuando la tonta había sido yo).

-Ahora nos vemos.

-Hasta ahora.

Disponía de unos minutos más y sabía en que los iba a usar, llevaba media melena y cuando salí de la ducha me había sentido muy bien con el pelo mojado, así que tiraría del mágico fijador efecto pelo mojado (uso el «wet gel de la marca Postquam -para mi el mejor-), además contribuía a dar un efecto aún más desenfadado y juvenil.
Un poco de perfume.
«Coco Mademoiselle»,
y lista!!!

Sólo quedaba el bolso, y bajar.


21:15


Justo salía por la puerta de la zona común a la calle
(el edificio consta de cuatro portales que comparten piscina y zona verde y todos tienen una misma entrada por la calle) .

Ya en la calle y debajo de mis imponentes gafas de sol
(porque a pesar de ser las 21:15 aún había sol)
mire a izquierda y derecha.
El hecho de sentirme fresca, guapa, cómoda y a la vez por primera vez en mucho tiempo atractiva, me había desquitado de mis nervios iniciales.
Empezaba a ser mi otro yo.

El yo de unos años atrás.

Una potente moto roja se subía por la acera deteniéndose junto a una farola, a la vez que el piloto se quitaba el casco pude ver su cara.

-Jaime!!

Eleve la voz a la vez que me acercaba.

-No te imaginaba motorizado.

De nuevo aquella sonrisa profident con sus hoyuelos marcados era para mi.

-Lo primero. ¿ hemos reanimado al cortacésped?
(Me permití bromear)

-Tengo la sensación que en el mejor de los casos se va a paliativos.
(Me contestó también socarrón)

Mientras se bajaba de la moto me miró a bocajarro y a la vez que me abrazaba de manera cariñosa dijo:

-Pensé que era algo informal, disculpa por mí atuendo, estás preciosa.

-Anda guasón, si voy de fontanera, con este calor una ya nada más quiere estar cómoda y fresca… lo primero que he visto en el armario.

– Que fácil Helena . Y yo media tarde para elegir vestuario. (rió)

Jaime iba vestido muy veraniego, parece que nos habíamos puesto de acuerdo.

Llevaba un polo azul, suelto, que le caía por debajo de la cintura, con un discreto logo de CH y unas bermudas marrones.
Unas deportivas marrones, sus pulseras de cuero, alguna cuerda y su reloj de acero.
Olía a recién duchado, a fresco a limpio a un perfume también fresco y cítrico que no supe reconocer.
Estaba moreno, hidratado.
Sexi.

Tras el encuentro e intercambiar las primeras frases de rigor, me propuso ir a tomar algo por la zona, caminar algo, una terraza …

Me pareció bien, me hizo sentir cómoda, segura.

Nos dispusimos andar cuando de inmediato me percaté que llevaba el casco en la mano.

-¿No lo dejas atado a la moto ?

-No tengo muy buenas experiencias en ciudad, desde chicles hasta de todo, en el hospital siempre me lo subo a la taquilla. Si, es un incordio, pero ponerse un huevo en la cabeza es peor. Sonrió.

-Te lo subo a casa?

Note que dudo.

Yo me adelante y cogiendoselo de la mano afirme:

-Venga te lo subo, es un momento.

-No me gustaría molestar Helena.

-Por favor.

– Me dirigí hacia la entrada (aún no nos habíamos movido)

-Subes ? (le dije)

-No, no . Te espero.
Expuso contundente.

Vivíamos en un primero con lo que tardé un santiamén en subir el casco de Jaime, no sin antes, volverme a mirar en el espejo del dormitorio de donde aproveche para coger unos chicles de menta.

He de reconocer que en el corto trayecto del ascensor, no pude evitar llevarme el interior del casco a la nariz.

Olía a él, y a ese frescor cítrico.

Al bajar lo encontré escribiendo en el móvil.

-Ya! (dije) .

-Ya! (dijo él)

a la vez que se guardaba el móvil en el bolsillo, en un gesto que daba por finalizada su relación con el dispositivo.
No lo volvió a usar o mirar en toda la noche.

-Vamos?

Comenzamos a caminar por las calles de aquel barrio residencial, lleno de parques, terrazas, restaurantes y bares de moda.

Desde el primer momento me sentí muy cómoda, era como si nos conociéramos de toda la vida, y la conversación era en cada momento más divertida. Hablábamos de viajes, de anécdotas, hasta de cómo se conocieron él y Agatha .
Por supuesto lo mucho que se había reído con su vecino y la nueva cortacésped que éste se había comprado aquel mismo día, y que había acabado en el fondo de la piscina.

Después de un par de cervezas en una terraza, terminamos en otra terraza de un Mexicano.

Seguía haciendo calor a pesar de haber oscurecido.

Era divertido cuando la camarera se dirigía a nosotros

-«Habéis pensado ya parejita?»

Creo que daba por sentado que eramos pareja. Y la verdad a mí me gustaba.

Los dos participabamos en elegir la comida, buscando más que una cena formal un concepto «pica pica»,
nada pesado o contundente.

De beber hicimos una apuesta arriesgada, (por la dosis de alcohol)
al elegir los dos el «máme cabrones»,
que no era otra cosa que cocktail margarita con reposición inmediata, a la que te bebías la Margarita te ponían otra.
Una idea más propia de aquel local que de la gastronomia mexicana.

Estábamos en aquella mesa uno enfrente del otro cenando y sentía mis ojos achispados, y los de Jaime cada vez tenían más brillo y lo sentía más dulce, no estaba en modo seductor.
Lo que posiblemente a mí me seduciese más.
No me imaginaba ese perfil tan humano, tan sensible y tierno de Jaime.
Natural.

-ummm Helena que bueno. -Pruébalo pruébalo!!! con este picante (se refería a unas quesadillas)
-haber ? Ohhhh. Como pica Dios! me estoy poniendo roja!!!
-Ja ja
-ja ja ja
-Margarita margarita!!!. -dije-
Jajajaja
-A mi es que me encanta el queso…. Ummmmm, y el picante (hablaba mientras comía)

A veces me lo quedaba mirando embobada, como si en un sueño estuviese.

Y él me sacaba rápido de ese estado con una payasada, un gesto burlón.

Tampoco me imaginaba esto del serio padre de familia, del prestigioso cirujano, del respetable doctor.

Y la cena iba transcurriendo en ese distendido ambiente.

-Haber parejita ¿Tomaréis postre?

Interrumpió la camarera rato después.

Creo que en ese momento y a colación de los picantes Jaime me hablaba de los indios amazónicos, y estudios relacionados con su hábitat y alimentación, en relación con el cáncer de colon, lo hacía todo de manera natural y cuestionando el mismo muchas de las propias cosas que me explicaba.

-Helena ….
Dijo Jaime esperando que me pronunciase sobre el postre.
-buff. Yo la verdad…

Dije sintiéndome ya casi llena.

-Compartimos unas «Jericallas»?

Propuso Jaime

-Estan buenísimas. Además es grande, con una vais bien…

Agregó la camarera de forma muy amable.

-Vale. Si.

Dije yo.

-No picaran ?

Dije sonriendo. Realmente no sabía que era.

-No. No pican. Es una especie entre pastel y flan con vainilla y canela. Es muy típico en la parte de Guadalajara (México).

Explicó la camarera a la vez que tomaba nota.

-Lo único ir con cuidado porque son afrodisíacas.

Agregó con cierta picardía sonriente, y mirándome a mi.

La verdad es que aquel comentario de la camarera me cohibió un poco, y me llevó a uno de mis comentarios tontos en cuanto se retiro.

-Cree que tenemos 20 años.

-ah! Qué no tienes 20 años? Pensaba yo que había invitado a cenar a una veinteañera.

Dijo por primera vez con mirada picarona.

-No. Doblo y sumo 3.

-Qué dices Helena ? Pensé que eras todavía más niña.

-Anda adulador. Lo sabes por el accidente. Es lo primero que figura en cualquier informe : «paciente 43 años» .

Que rabia me da que pongan eso.

-Es verdad lo sabía. Es imposible no fijarse. Es como el grupo sanguíneo eres 🆎.

-Bueno Jaime!!! Eso no lo sabe ni mi marido.
Dije alegre, a la vez que pensé que no tenía que haber mencionado a mi marido.

En ese momento no sé porque note que me había puesto en modo seductora cuando contorneando el cuello hacia un lado, la mano en la nuca y mordiendome la punta de la lengua con las palas, a la vez de entre medio de una sonrisa pregunté.

-y tú cuántos años tienes?

-Hoy hago 40.

– Es tú cumpleaños?

-Si.
A la vez que me miraba y sonreía.

-Por eso mismo no puedes pagar esta cena. El del cumpleaños siempre invita.

-Bueno podría pagarla como regalo.

-No. Mi regalo eres tú.

Contestó muy seguro y sin perder la sonrisa.
Y yo no pude hacer otra cosa que reír como una tonta.

-Por aquí llega vuestro postre chicos.
Dijo la camarera.

-Gracias.
-Gracias

Creo que el embobamiento iba en aumento.

Fue curioso ir cogiendo del mismo postre, incluso aveces las cucharas se rozaban.
Y cada vez que ocurría eran chispas.
Bueno inocentes chispas de casi un juego adolescente por mi parte.

Finalmente y junto con la cuenta nos sirvió dos chupitos de Don Julio.

-Hacía muchos años que no tomaba un Don Julio. Creo que desde que estuve en el DF

-En el Tenampa ?
Dije yo emocionada por creer saber el bar o salón donde había estado.

-Siiiiii
-Que bueno Helena
-Que bueno.

Los dos habíamos estado en aquel mismo sitio a miles de kilómetros de donde estábamos, era como haber tenido un pasado juntos.

Transcurría está conversación mientras caminábamos camino al origen.
A su moto. A mi casa. Al adiós.
A lo mismo.

Pero mientras todo era estupendo, yo era una mujer feliz, compartiendo aquella velada con aquel hombre tan maravilloso.

Lo pensaba mientras caminaba junto a él, era feliz así, sin responsabilidades, sin hijos, sin Gustavo.
Al fin y al cabo nunca me habían gustado los niños. Si no hubiera sido por Gustavo nunca hubiera tenido hijos.

Pero la realidad era otra, 43 años, dos hijos pequeños un marido y una vida de escaparate con la que era muy difícil romper.

Habíamos llegado.

-Helena me lo he pasado muy bien. Muchas gracias por tu compañía. De verdad ha sido un regalo.

-Yo también. Me has hecho sentirme…

Aquel hombre después de las dos cervezas, las ocho o diez margaritas y el Don Julio, continuaba siendo un caballero.

No quería que acabara pero, me abrace sin pensarlo, el también me abrazó, yo le besé en el pecho por encima de su polo.

Fue un beso de despedida casi paternal a la vez que me giraba y me dirigí rápida a mi casa.
Abrí la puerta de la verja que daba a la calle, entre la cerré y me lo quedé mirando con los ojos vidriosos a unos 8 metros de distancia. Finalmente me giré comencé a caminar hacia el portal.

-Helena ! .
Jaime había elevado la voz de manera seca, como quien da un aviso.

Me giré y volví hasta la verja

-Qué?
Contesté extrañada más bajito. Eran como la una de la mañana y estábamos abajo del bloque.

-Mi casco.
Contesto el pobre como al niño que le han quitado el balón. A la vez que se acercó hasta la puerta.

Me reí llevándome las manos a la cara como diciendo «soy un desastre»

-Anda pasa.
A la vez que habría la puerta.
Jaime prudente se quedaba allí, ya dentro de la urbanización junto a la verja, mientras yo caminaba hacia el portal.

-sube, sube.

Fue espontáneo, por cortesía, por educación, por confianza. No dejas a alguien a la una y pico en el bajo de la urbanización.

-anda que si te dejo ahí sin casco.
Le dije riendo en el ascensor.

-hubiera tirado piedras a tu ventana, y si me hubieran detenido siempre tenía el atenuante del alcohol.

-la verdad que hemos bebido.
Afirme más seria.

Clac clac.

-Oh! Que bonito!
Dijo nada más entrar al piso.

-Bueno ya sabes con niños pequeños, siempre está todo hecho un desastre…

-Mira el Salón que da a la calle

-La habitación de Picachu

-Un baño.

-la habitación del mayor… una leonera.

Iba enseñándole como si fuera una visita guiada a un museo, o un agente inmobiliario mostrando un piso, encendiendo y apagando a la vez que me paraba debajo del marco de la puerta de cada estancia.

Esto de enseñar la casa me he dado cuenta que es de gente mayor, nuestro padres lo hacían, y nuestros abuelos hacían algo peor, aunque la visita durase un minuto pedían a la mujer que les sacase algo de comer.

El permanecía detrás mío a un lateral prudentemente.

-Esta habitación para cuando tenemos visita.

-Y el dormitorio principal

Caminé hacia adentro hasta el baño. Y encendí la luz de éste.

-Y el baño principal.

-Y mi casco.

El casco estaba encima de la cama.

-Oh! si perdona, cuando subí entre al dormitorio y ..

-¿Puedo lavarme las manos?
Me sorprendió Jaime diciendo ésto bajo la puerta del baño.

-Claro, claro y lo que te haga falta, te dejo..

-No, no. Puedes quedarte, solo lavarme las manos.

-Tienes toallas limpias en ese cesto.
Mire como se lavaba concienzudamente las manos. Las frotaba con fuerza y usaba una buena cantidad de jabón.

Las ventanas de la casa estaban abiertas y entraba luz de las farolas de la calle que aportaba una luz más que generosa, las cortinas translúcidas se movían por efecto de la corriente del aire.

Apague la luz del dormitorio principal y con la luz del baño y la exterior se seguía viendo bien.
De hecho siempre teníamos que bajar las persianas para dormir por la luz exterior, y yo siempre apagaba ya que me parecía que de la calle era muy indiscreto de noche al estar encendido y abierto.
Vi como Jaime después de las manos también se refrescaba la cara.
Se la lavaba.

Agachado sobre el lavabo giro la cabeza y me vio allí en la puerta del baño mirándolo.

-Deformación profesional Helena. Esto es deformación
profesional.

Se secó las manos. Y se dirigió hacia la salida del baño a la vez que yo retrocedía y me giraba para coger su casco de encima de la cama, cuando me giré sólo nos separaba el casco, que albergaban mis dos manos a la altura de mi vientre, note como la parte posterior de mis piernas se oprimía contra el lateral de la cama de lo pegada que estaba buscando una separación con Jaime.
Y él me miró.

Silencio.

Lo siguiente fue coger mi cabeza con sus dos manos y sin decir nada comenzó a besar mi mejilla, luego mi cuello.

Lentamente.

En ese momento, y no sé si habéis experimentado esto antes, noté en mi labio inferior, como una corriente, como si tuviera un tic, como si hubiera un nervio dentro que estaba electrificado.

Arroje el casco sobre la cama y lo abracé, buscando su boca con mis labios.

Sus manos pasaron a mi cintura mientras hubo unos lentos y pequeños besos de lengua.

No os voy a decir que me estaba calentando, porque la verdad es que directamente estaba fuera de mi.

La luz del baño y la del exterior hacían una penumbra perfecta en la que cuando Jaime se quitó la camiseta,
-Cosa que hizo acto seguido-
podía ver su pecho con total claridad y detalle.

No estaba depilado, pero tenía el bello justo, estaba más moreno de lo que pensaba y sin estar musculado no tenía un atisbo de grasa.
Unos pezones anchos, y unos hombros fuertes, decían que sin duda hacía deporte y había hecho aún más de joven.
Fui yo misma la que acto seguido le desabrochó el cinturón, haciendo él el resto y quedándose en calzoncillos.

Fue el momento que me bloqueó un poco quizá por el hecho que sabía que ahora me tocaba.

Muy cuidadoso me miró a los ojos e hizo un gesto como pidiendo asentimiento por mi parte, como preguntando sin decir nada.
¿Estás segura?
A lo que yo afirme con la cabeza.

Comenzó soltándome los tirantes del peto con lo que éste directamente se fue a mis pies.

Lo siguiente fue empezar a quitarme la camiseta a lo cual colaboré subiendo mis manos y fui yo misma la que se bajó la braguita.

Estaba desnuda. De pie.

Y él se acababa de bajar el slip.

Era la primera vez desde que conocí a Gustavo que otro hombre me veía así.

No me atreví todavía a mirar para abajo, solo note el gesto de sacarse el slip.

Fue cuando empezó a besarme y acariciar lentamente cada centímetro de mi piel.
Se colocó detrás mío girándome, aún los dos en pie y empezó a besarme el cuello la boca, mientras iba acariciando mis pechos con las puntas de sus dedos.
Los pechos, el vientre .
Ufff su dedo gordo en mi boca y luego húmedo a mi pezón en el cual ejercía una pinza con la fuerza justa para mezclar placer y algo de dolor. Aunque no me incomodaba.
Por un momento sentí algo que rozó contra mí espalda.
Por la rigidez, la temperatura… pude notar rápidamente que era.

No pude más y me revolví buscando el frente a frente, cuando su lengua entró en mi boca, mi mano no supo estar quieta y se fue a buscar, lo que no tardó en encontrar.

Vamos hacer una pausa para contaros que a pesar de mis 43 años, solamente me había acostado con dos hombres en mi vida.
Un novio que tuve de los 18 años, a los 20 años y con Gustavo.
Le podríamos sumar un par de morreos y tocamientos con16,17 pero nada más.

Con aquel novio con el que mal perdí la virginidad, era un acto pasional en verano, en el coche, en el lago.
Siempre rápido, y casi que a escondidas, digamos que era algo furtivo, propio de la edad.

Y con Gustavo los años buenos, era una relación muy conservadora. Nada de cosas raras. Gustavo si que en épocas buenas me había pedido alguna cosa especial como que le chupara el pene, pero a mí me daba mucho asco, y las cuatro o cinco veces que me había convencido le pedía que justo antes se lo lavara.
Él decía que así se cortaba el rollo que era todo programado, mecánico, aún así a mí me daba mucho asco, por supuesto nunca acabé hasta el final, y nunca me la llegué a meter dentro de la boca.
Sólo la chupaba y con cierto asco.
Por lo demás, misionero y sentarme encima suyo.
Y casi siempre a oscuras.
Así era la relación.
Así que ese era todo mi bagaje sexual para tener 43 años y dos hijos.
Parece mentira verdad. Pues os aseguro que es verdad.


Como os iba diciendo me revolví buscando el frente a frente, cuando su lengua entró en mi boca, mi mano no supo estar quieta y se fue a buscar lo que no tardó en encontrar.

Era dura como la parte central de las mancuernas del gimnasio,
La agarre con fuerza, sintiéndome con el poder.

Me alejo un poco con las manos y cogiendome la cintura.

Él me miraba el cuerpo, me miraba mis dos manos que estaban agarrando su tronco y mi babeante cara de vicio.

Por primera vez en rato habló.

-Helena eres preciosa.
-Toda tú eres preciosa.
-Me vuelven loco tus tetas.
A la vez que se acercó a besarlas y mordisquear ambos pechos.

Aquella pausa los dos desnudos mirándonos y yo teniéndolo en mis manos, fue muy excitante para mí.

Subía por mi cuello, me besaba la boca. Paso de agarrar mi cadera, a agarrar mi culo.
Todo aquello a mi, además de ponerme a mil, me estaba devolviendo años de juventud de volver a sentirme chica, mujer deseada, y no madre.

Yo mientras, tenía aquella cosa entre mis manos la verdad no sabía muy bien que hacer aparte de apretarla con fuerza.

De tamaño era parecida a la de Gustavo, que yo creía que era muy grande.
Pero la diferencia estaba en la dureza.
La de Gustavo nunca había llegado a tener erecciones completas, se quedaba a media altura, y los últimos años estaba medio flácida, incluso cuando me penetraba.
En cambio el miembro de Jaime era como un hierro, antes os dije que como la mancuerna del gimnasio, porque fue lo primero que me vino a la mente cuando la toque.

La tenía pegada al vientre, miraba al techo. Era una cosa terriblemente dura y fuerte.

Al estar de pie de espaldas a la cama, hubo un momento que sin querer y al tener a Jaime enfrente me deje caer sentada sobre ella.

Subí mi cabeza hacia arriba, lo miré y no lo pensé tan siquiera.
Simplemente lo hice.

Metí aquel miembro en mi boca, y lo empecé a chupar porque era realmente lo que más deseaba.

Mi lengua buscaba sabores y creo que por el poco cine porno que he podido ver, empecé hacer ese movimiento antinatural, de que me entrará y saliera de la boca moviendo la cabeza, la verdad que quería probar el sabor de Jaime, no me daba ningún asco, al contrario quería que aquello me diera todo, que se abriera como una fuente.
Lo quería en mí.
Además quería darle placer, cosa que no sé si hacía, ya que creo que esto requería de una técnica, que sin duda yo no poseía.
Lo cierto es que no hubiera parado, pero note que él me apartaba.
Me puso en pie y me volvió a besar la boca, lo que es un morreo en condiciones. Aquella mezcla de sabores de su pene y su boca aún me excitaba más.

Volvió a girarme, besarme la espalda el cuello, hasta hacerme caer a cuatro patas sobre la cama.
Por un momento sentí miedo.

Miedo a que me hiciese daño.

Que aquella cosa tan grande y fuerte no me entrará sin dolor, sin rasgarme.

Pero antes Jaime me acariciaba y me besaba las nalgas.

Oh!

Acaba de hacer algo que aunque tonto, nadie había hecho.

Me acababa de dar un mordisco en el culete.

Un señor bocado. Lo noté.

Y cuando aún estaba recuperándome…

Se había posicionado detrás mío. Se había acoplado muy bien y ….

Ohhhhhhhh
Ahhhhhhh
Ahhhhh

Aquello había empezado a entrar, pero no me hacía ningún daño. No, no era daño….

Ooooohhh

Y yo ya había perdido cualquier miedo.

No hizo falta recurrir al siempre habitual lubricante del cajón de la mesilla.

Joder!!!

Estaba empezando a disfrutar como nunca.

De hecho me agarré con los puños cerrados a la colcha y hundí la cara en la cama.

Pero cada vez las embestidas de Jaime eran más fuertes y más adentro.

Más adentro.

-Diosssss!!!!
-Para!!! Sigue!!! Ohhhhhh!!!!
(No sabía ni lo que decía)
-Aii!!!!
-Joderrrr Jaime me corro!!!
-Ahhhhhhhhh

Entre medio me soltó algún azote en el culete, de esos que escuecen y puedo asegurar que me gustó.

También se agarraba a mis tetas, que en ese momento bailaban a ritmo de campanillas locas, con fuerza como si las ordeñara.
No dejaba detalle, porque también jugaba con mi clitoris al rodear con uno de sus brazos mi cintura y llegar al sitio sagrado con sus dedos.

No se cuanto rato estuvimos así, creo que al menos serían quince minutos.
Yo creía que no podía más.
Sí que sé que con todo ese esmero, su saber hacer, y la situación, me había corrido dos o tres veces seguidas, cosa que jamás en mi vida había experimentado.

Creo que me mareaba que perdía el conocimiento a ratos.
De verdad que no exagero.

Hasta que un buen tiempo después sentí que Jaime se salía de mi, me di la vuelta quedando tumbada boca arriba sobre la cama, aturdida, no sé como alcance un cojín que puse debajo de mi cabeza.

Lo miré y seguía de pie.
Pero de pie de todo.
No se había corrido.

Aquello continuaba completamente erecto.

Era claro que yo me había estado perdiendo algo los últimos 25 años de mi vida.

También fui consciente de mi posición, completamente desnuda con las piernas entre abiertas y toda yo y especialmente mi sexo expuesto a la visión de Jaime, como no había estado nunca expuesta a nadie.

Yo era mucho mas recatada y pudorosa en la vida general y en el sexo, o poco sexo, que había tenido.

Pero me era igual, estaba completamente extasiada incluso no me era igual, quería sentirme suya.

Su puta.

Me declaré rendida, cuando Jaime se arrodilló a los pies del lateral de la cama e introdujo su cabeza entre mis muslos.

Otra vez me llevó a reset.

Si!

Empezó a hacerme la mejor comida de coño que me habían hecho en mi vida, y la primera después de haber tenido a mi primer hijo hace más de 11 años.

-Qué gusto Jaime ahhh.
No me cohibí en declararle, en una voz susurrante.

Empezó por los muslos interiores, a la vez que se abría paso con las manos, que tan pronto apretaban mis nalgas como agarraban mis pechos, siguió con una precisión quirúrgica a mi clitoris, no sé qué me hizo pero tuve la percepción que se había puesto como un garbanzo.
(Y tengo un sexo pequeñito)

Luego tambien estaba en los labios, en la entrada de mi vagina, note como la punta de su lengua entraba por mi agujerito.
Y no se como lo hacía por que en ningún momento dejaba el clitoris, estaba en todas partes a la vez, y yo ya no estaba en ninguna, porque había vuelto a gemir como no sabía que se podía hacer.
Pero algo nuevo también me puso en alerta.
La lengua de Jaime también había llegado a mi ano, y yo no sabía que eso también…

El caso es que tampoco me desagradaba porque en medio de aquel vergel inundado por mis flujos y saliva de Jaime ya todo era placentero.

Que gusto me estaba dando, por Dios, y aquellos dedos que un año atrás estuvieron en mí, volvían a estarlo pero esta vez de otra manera mucho más intensa. Jugando con mi sexo.
Haciéndome diabluras benditas.

Ohhhhhhhh.

A la vez no paraba de comerme todo.

En ese momento pensé que me quería morir, que estaba tan bien, que me quería ir de este mundo, que nunca iba a volver a estar tan bien….

Joderrr!!!!
Grité.

Porque acababa de tener otro orgasmo .

Ahhhhhhh

Ahhhhhhh GGG

DiOSssss!!!!!

Joder que gusto!!!

Agarraba las sábanas y mordía las almohadas, también por tratar de amortiguar los sonidos a los vecinos.

Creo que le tuve que hacerle hasta daño en el cuello al retorcer mi cadera bruscamente.

Estaba de rodillas en el suelo haciéndome todo eso que me había dado tantísimo gusto y placer y fue cuando se puso en pie.


Así esparcida completamente entregada, sólo veía al hombre más guapo y atractivo del mundo a los pies de mi cama con un pene enorme donde se marcaban todas las venas y seguía mirando al techo.

No le dije nada. No podía.
Solamente lo miraba y si entendía mi mirada, quería decir hazme lo que quieras,
Soy tuya.
Tuya.

Estaba de pié frente a mí,
con dulzura beso mi vientre, mi estómago, mis pechos y elevó mis piernas por encima de sus hombros, la vez que estaba entrando en mi.

Pero!!!!!!! #####&&&&???

No entraba por el sitio.

Ay. Helena que te hace.

Estaba entrando por detrás.
Creo que noto mi cara de miedo, porque estaba encima mío y las caras estaban muy cerca.

Creo que noto el miedo.

Y hablo.

-Tranquila. Si te hago daño me lo dices. Si ?

Yo solamente asentí con la cabeza.

Haber es obvio que a mí nadie me había dado por el culo nunca, ni tan siquiera lo había intentado. Yo eso lo había oído a amigas, y casi como algo de leyendas urbanas. Había oído que era muy doloroso, había oído que hacían falta lubricantes, había oído que solo disfrutaba el hombre, que…
Había oído.

Creo que ya se había introducido bastante a dentro de mí.
Mi culete instintivamente hacía la pompa inversa, facilitando la entrada de Jaime y mis piernas ya no estaban en aquella posición tan malabaristas e incómodas de encima de sus hombros.

Por el momento no me había hecho ningún daño, si que es verdad que me sentía molesta, era como hacer caca al revés, sentía que tenía ocupado el sitio de las cacas y que tenía la necesidad de empujar para que salieran -cosa que no hice, claro-.

Tampoco sentía placer, más allá de la excitación que me suponía entregarme así.
Era como entregarme entera.
Como la primera vez.
Había sido muy cuidadoso y lento en la entrada, o al menos yo no había experimentado ningún dolor, y ahora sí que estaba completamente dentro de mí, porque los cuerpos estaban juntos y yo ya notaba mucha cosa dentro, en un sitio complicado.
Me estaba follando el culo en la posición del misionero, como os he dicho yo lo facilitaba con mi culete levantado, mis manos se fueron a su culo que había empezado hacer suaves movimientos de mete y saca que yo quería controlar, o apretarlo más contra mí, a la vez empezamos a besarnos, extendió mis brazos hacia la parte de encima de mi cabeza y nuestras manos se unieron entrelazando dedos.
Me comía las tetas la boca, el cuello, a la vez que cada vez se movía más rápido, y algo estaba pasando porque yo estaba empezando de nuevo a gemir, no sé, no era el culo, ni tampoco la vagina, solo sabía que tenía un revuelto muy grande allí abajo, era dolor de vientre, la verdad es que ahora sí que notaba un dolor más fuerte en el vientre, ganas de orinar y un placer muy grande que no se bien de donde me estaba viniendo, pero que me estaba llevando a un éxtasis sin precedentes.
A la vez estaba viendo a Jaime realmente disfrutar y eso me hacía aguantar a la vez que me excitaba pero…
-No puedo más Jaime, ahhh ahhhhhhh . No puedo.

Dije asustada y temblorosa.

-Aguanta ahora.
Dijo él con gesto ceñido.

Ohhhhhhhh
Ohhhh
(Jaime)

Verlo así, disfrutando de mi, me turbó del todo, y además deseaba profundamente que se corriera dentro mío. En mi culo.

-Joderrr, que noto que me corro mucho Jaime!!
Le dije asustada de nuevo por la sensación como de hemorragia.

Nunca había notado esa sensación de soltar tanto.

Aiiiiiiiiii
Ooooo
Aiiiiiiii
Siiiiiiiiiiiii.

Me estaba corriendo otra vez de una manera que nunca lo había hecho y empezaba a llegar un orgasmo inesperado.

Y Jaime también se estaba corriendo en mi.
En mi.

-Aahhh Helena . Ahhhh
Retorcía su cara con gestos de dolor, placer, su cuerpo estaba tensionado, y desprendía pequeñas gotas de sudor.

Gritos de los dos terminaron con los cuerpos unidos y jadeantes en aquel dormitorio. Nos habíamos corrido a la vez, yo había visto estrellas, chiribitas, rayos… Y luego la paz. La máxima felicidad.

Fue justo antes de que yo metiera la pata.

-Te quiero

Le «sople» así a la cara, como si hubiese rejuvenecido 30 años.

Tampoco parece que se lo tomó tan mal.
Me miró y me beso.

Me levanté para ir al baño con las piernas temblorosas, toque disimuladamente el colchón, me dí cuenta y me da mucha vergüenza hasta contarlo anónimamente, que la última vez que me corrí..
Me había hecho pis.
O algo de pis.
Era como que tenía los esfínteres presionados y no controlé que era cada cosa.

Esa madrugada y aquella mañana todavía hicimos el amor dos veces más.

Ya no hubo sexo anal.

Estuve encima suyo disfrutando del control y disfrutando que viera botar mis tetas.

Estuve debajo haciendo el misionero y creyéndome su fiel esposa.

Una de las veces se derramó dentro de mí sexo, la otra y a petición mía, fue en mi boca porque quise probar todo su veneno.

También era la primera vez en mi vida que probaba el semen, lo desgustaba, disfrutaba, bebía aquel viscoso, blanquecino y salado líquido que al tratarse de quien era me supo a poco.

Con la luz del amanecer y la confianza del sexo consumado, jugaba con su pene como si fueramos adolescentes. Hablabamos de nosotros y de nuestros cuerpos desnudos y jugábamos con ellos. Yo también mordí su pecho y su culete.

No quería que acabara, no quería que se fuera.

Lo mejor o lo peor de todo es que después de 15 años de matrimonio no tenía ningún remordimiento por haberme acostado con Jaime, un hombre que me acababa de descubrir en espacio de pocas horas algunos aspectos de mi sexualidad y de mi misma, que ni yo conocía a mis 43 años.

Creo que dormiríamos 2 o tres horas.

Y después de una rápida ducha desayunamos juntos en una cafetería a dos manzanas de casa.

Un beso, un abrazo enorme, largo. Sincero.
Y un «hasta luego» que era el eufemismo de un adiós.

Los dos sabíamos que era la última vez que nos veríamos y los callamos.

Fue imposible contener las lágrimas al escuchar marchar su moto.
Lágrimas escondidas detrás de aquellas gafas de sol. Lágrimas de una mujer desolada. Rota por la marcha de aquel hombre.

Unos días después hablamos Gustavo y yo. Y le marqué la condición para seguir juntos, era inevitable cambiar de ciudad.
Así fue.
Aquel mismo verano y sorprendiendo a todo el mundo pedimos un traslado por causas mayores.
No hubo despedidas de casi nadie.
Fue como una huida.
Peores condiciones laborales, peor casa, desastre con el colegio de los niños.
Gustavo nunca ha preguntado nada.
No lo quiso preguntar en aquel momento.
No lo quiso saber.
Es más, yo le dije si quería saber el porqué.
Y dijo que sólo quería respetar mi voluntad.
Y a día de hoy tampoco ha preguntado.
Hay respuestas que a veces no se quieren escuchar.

Gustavo trata de congratularme con lo que puede y respeta mi distancia de él, de puertas para afuera seguimos siendo un matrimonio ejemplar.

Respecto a Jaime no he vuelto a saber nada de él.
Más allá de saber por terceras personas que él, sus hijos y su mujer están bien.

Creo o quiero creer que para él también fue algo más que una aventura o un rollo de una noche de verano.

Pero de lo que si estoy segura es que desde el día que entró en la habitación de aquel hospital, yo ya era suya para siempre.
Sigo siendo suya.
Y moriré siendo de él.
Así lo he elegido.

 

 

Así está bien? Si gracias Jaime eres un sol. Voy yo también al baño le dije. Lo hice para que se sintiera más cómoda y no se sintiera violenta a la hora de hacer sus necesidades, pero la pobre iba tan apurada que al momento empece a oír el ruido de la orina golpeando contra el plástico de la bacinilla. Me fui al baño y me lave las manos.
Realmente y desde un punto de vista social no me resultó extraño haber hecho el gesto con un ser conocido aunque de alguna manera había una barrera, por otro lado tanto la naturaleza de mi trabajo como la del propio género humano normalizaban el gesto.
Cuando salí provisto de toallitas húmedas que había en el baño le pregunte : Mejor ? No me aguantaba más “tío”.
Me hizo gracia en una mujer como ella y con lo poco que nos conocíamos lo de “Tio”.
Anda vamos a ponerte cómoda. Introduje de nuevo la mano para sacar la bacinilla, ella hizo lo que pudo para levantar un poco su maltrecha pelvis, yo con el debido cuidado de no hacerla daño ni derramar la orina, la saque deslizándola sobre la sábana, de seguido volví a introducir la mano a la vez que le dije, vamos a dejarte limpia y bien. Mi gesto fue el de toallita húmeda en mano dirigiéndose a limpiarla. A ciegas, haciéndome camino por debajo de la sábana encimera. Fue un gesto sin malicia alguna.
De verdad, instintivo e inocente. Puramente humano. De ayuda. Sin premeditación alguna. Espontáneo.
Pero cuando llegó, la toallita mis dedos, se hundieron en su sexo, diría que tres cuartas partes de mis dedos (y son largos), un sexo blando y húmedo, muy húmedo, profundamente depresible a mi tacto. Por la posición debajo de las sabanas y lateral de mi cuerpo hacia el suyo, mis dedos se mojaron de él. De su sexo. Noté una inspiración rápida y profunda en ella. Contenida. Quedo callada. Pausada. Diría que asustada. Sostenida en un vuelco de su corazón. No hizo falta mirar el monitor para notar la alteración inmediata de su pulso.
Me retiré al baño, vacíe la bacinilla y la deje en el higienizador, no sé porqué, no lo sé, pero… me olí la mano, los dedos.
Olía a sexo.
Me lavé.

Tampoco sé porque me olí los dedos, nunca me había fijado en aquella mujer. No había confianza alguna, solo respeto y compasión por su estado en aquellos momentos. Y además cuando la ayude a orinar, por mi cabeza solo paso el aliviar a un enfermo a una persona en estado de convalecencia, lo hubiese hecho igual si hubiese sido un hombre, un anciano, o cualquier ser humano de cualquier raza o etnia, cualquiera en esa circunstancia, pero el caso es que acababa de olerme los dedos después de tocar su sexo. Y que había sido ella, Helena , y no otra persona. Una mujer en la que jamás me había fijado. De alguna manera y por tratarse de un hecho extraordinario en mi, me sentí mal. O al menos contrariado conmigo mismo, incluso con mis principios profesionales y éticos.
Mal.

Regresé junto a su cama, se me ocurrió llevarle algo de colonia fresca del baño para refrescarla y que se sintiera bien, es algo que gusta en general a las personas que pasan tiempo en un lecho, pero aquel acto de olerme, me había hecho volverme más espartano en mis formas. Creo que fui hasta más parco en palabras, omití por unos momentos mi lado más humano, más empático, para sustituirlo por una conversación más técnica, relativa a sus lesiones y a su proceso de recuperación. Sin olvidar las formas. Ella también las mantuvo, hablamos de los niños, de la logística con ellos mientras durase su recuperación. De que Gustavo se había cogido unos días y que su hermana y cuñado se quedarían por unos días más.
Hablamos de la tolerancia al dolor y de una más que probable nueva cirugía para estabilizar una de las fracturas, de la vascularización de unos de sus pies… Por momentos la conversación, quizá por la crudeza de los asuntos tratados hizo olvidar (o suspender temporalmente) el reciente singular momento vivido. De hecho volví a tener la ternura que habitualmente albergo y que por otra parte se espera de una visita y de un médico amigo o conocido. Al final le ofrecí la colonia de baño fresca, y me lo agradeció.
Fui por el envase al baño, era de una marca comercial de toda la vida, de estas que vienen en un envase de 750ml de plástico.
Haber como hacemos, le pregunte , incapacitada ella entre las vías, fijaciones y drenajes, sacó su lado coqueto y dijo, yo con estos pelos …. Lo primero que voy hacer cuando salga es ir a la peluquería. -Bueno … tranquila mujer demás de bien estas. Mira te doy un poquito en el cuello y en las manos vale ?
Le había explicado el procedimiento de aplicarle colonia como cuando explicas otro procedimiento invasivo para que el paciente este tranquilo sabiendo lo que va a suceder.

-Vale.
Contesto de manera resignada. Me aplique la colonia entre las manos le incorpore un poquito la cabeza, aproveche para darle la vuelta a la almohada, frote su nuca con la colonia y posteriormente lo apliqué en sus manos. Me miró y me dijo:
-doy pena verdad?
-Pena me darás cuando nos invitéis a una buena cena y debas pagar. Mientras le sonreía de manera sutil agarrando una de sus manos.
En ese momento se abrió la puerta era Gustavo acompañado de la hermana de Helena .
-Hola Jaime!!!
– Gustavo!
Contesté yo mientras seguía con la mano de su mujer entre mis manos. Sin ninguna prisa y con la naturalidad que tenía el hecho de acomodarla para un profesional sanitario, terminé de recolocar la cama, y la solté para abrazar a Gustavo, que sin ninguna duda le reconfortaba mi presencia allí visitando a su esposa. Le aportaba seguridad.
En muchas ocasiones personas con grandes habilidades sociales y un buen nivel socioeconómico y cultural, se sienten profundamente indefensos en los ecosistemas hospitalarios. El simple mínimo contacto con un sanitario conocido les ayuda mucho. Esto los médicos lo sabemos y procuramos ponerlo en valor.

-Te presentaré a la hermana de Helena, Amanda. Mira Amanda este es el Dr. Gutiérrez es el papá de esos niños tan guapos y educados que te he presentado en el colegio, excelente profesional y mejor persona. Es el marido de la Doctora tan guapa que ayer también estuvo visitando a Helena , que gran familia.

Interrumpí la parrafada de Gustavo acercándome a la hermana y le dije:

– Jaime, llámame Jaime.

Noté como Amanda había hecho una radiografía nada más entrar en la habitación, prudente como su hermana y buena observadora sin duda noto algo en el ambiente.
Pero su buena educación y un sentido del saber estar le hizo ser prudente y no hacer ningún comentario.
Seguimos un rato de charla distendida hasta que me retire. -Gustavo cualquier cosa nos llamas.
– Helena …, lo mismo. Amanda un placer. Nos vamos viendo, Agatha o yo procuraremos pasar cada día y hablamos con los de COT.

Entonces la hermana muy directa me preguntó,
-“pero volverá andar bien? (Lo dijo algo nerviosa)
-A lo mejor con plasma enriquecido de ese que ponen a los futbolistas.”
-Seguro que volverá andar bien. -Seguro.
Afirme rotundamente.
-Pero de carpintería la verdad no se mucho.
Sonreí. Y volví a repetir: -Hablamos con los traumas, haber que plan tienen y os decimos algo.

Esto ocurrió hace dos años.

A día de hoy gracias al buen hacer de los Traumatólogos, Fisios y su propio esfuerzo y tesón, Helena está completamente recuperada del accidente y por supuesto anda perfectamente.
Entre tanto han ocurrido otras cosas.


———–

SEGUNDA PARTE
El temido reencuentro.
-Contado por Helena-


Finales de Junio 2016.

Aquel viernes habíamos quedado, cuatro compañeras de trabajo para cerrar la semana y dar la bienvenida a la temporada estival, el motivo principal era un «porque sí», comida de chicas, y un tiempo de asueto, un rato divertido, no requería de más motivos o escusas.
Además no debía de preocuparme por los niños, era su último día de clase y al salir Gustavo los recogía para irse con ellos hasta Calpe donde se quedarian con sus padres hasta principios de Agosto, él regresaría el Domingo a la noche.
Esas comidas fuera del ámbito laboral siempre desinhibian del corsé lingüístico que usamos en nuestro organismo, esa jerga que aveces resulta hasta pedante, es cierto que en estas citas siempre se hablaba de trabajo pero también de otras cosas y siempre había un margen para la broma, la moda, las compras y esas tantas otras cosas de las que hablamos las chicas que rondamos los cuarenta. (43)
Era un restaurante de esos de moda, recientemente había recibido un solete Michelin, pero a su vez desenfadado, reserva previa claro, de lo contrario hoy en día es muy difícil comer, y todas las mesas a distintas alturas estaban ocupadas. Nosotras estábamos digamos en la parte más baja del local, como he dicho sin llegar a ser dos plantas si había como dos alturas diferentes.
El ruido ambiental no era muy alto aunque si se sentía un «run run». Andábamos en una conversación divertida y riéndonos cuando me fijé que ya repetidas veces Maika tenía la mirada constantemente perdida detrás mío. Elisa que estaba junto a ella en la mesa, se percató que yo me había dado cuenta y no pudo contener el decir:
-!Maika tia, que no te va a entrar ni el segundo plato, que te lo estás literalmente comiendo!
-Se más discreta!!!
– uff- exclamó- balanceando la cabeza a la vez que se mordía el labio inferior. Es que no veas como está el bombero.
Rieron las dos, a la vez que ingerían más vino blanco de sus copas.
Tanto Carmen como yo estábamos ausentes de la vista ya que la misma se producía a nuestras espaldas y no era cuestión de girarse para mirar.
Fue cuando Maika empezó a describirnos su visionado.
-Mirar: medirá 180, está delgado pero a la vez tiene músculo y fibra, lleva el pelo cortito y moreno moreno, yo le hecho unos 37, no lleva anillo de casado, es muy muy guapo, parece muy amable y educado con las dos lagartas con las que está, además debe ser divertido porque esas dos arpías que aspiran a emparedarlo juntas, no hacen más que reír. Y lo más importante chicas, le he podido ver el culito cuando iba a la barra y ….
volvio a morderse el labio inferior
-Creo que tendré que sacar el satisfyer del cajón.
-En cuanto salgamos voy a comprar pilas para todos mis juguetes.Que triste esta pobre cincuentona recurriendo a la juguetería y la electrónica.
Reímos todas
Carmen añadió:
-Bueno Maika, dinos al menos como va vestido para ubicarlo, lo mismo voy al lavabo y… ya hago un oteo.
Mira si no te hace falta, tú te giras y cuando veas a uno que la chirla se te hace agua..
-!!!PERO QUE BRUTA QUE ERES!!!
Le interrumpimos las tres a la vez, al mismo tiempo que nos partíamos de risa …
-Jajaja
-Esta bien, esta bien
decía Maika
-Mira lleva unos pantalones de esos tipo deportivos sin cinturón pero de vestir, muy finos y parece un tejido elástico, son sueltos aunque por delante le marcan todo el paq..
-!!MAIKA!! Interrumpimos otra vez.
-esta bien, esta bien …
-arriba lleva un polo marrón y en su muñeca derecha lleva algunas pulseras de cuero o cuerda y unos zapatos sandalia de cuero marrón.
Maika era la más mayor de todas, justo hacía unas semana había hecho cincuenta y llevaba divorciada unos cuantos años, en el trabajo era muy estricta y seria, pero el salir un poco, y el alcohol, la transformaban.
En realidad (y a excepción de Maika que era un poquito más mayor y divorciada), éramos cuatro mujeres que rondaban los cuarenta , con buena formación académica, responsables y que trabajaban hacía años en la administración, todas estábamos casadas y con hijos, digamos que teníamos unas vidas bastante aburguesadas, ordenadas y hasta aburridas. Todo nuestro pecado era haber tomado dos o tres vinos que seguramente por la falta de costumbre nos hacían estar un poco en modo veinteañeras. La conversación se había desviado de destinos vacacionales, a la tontería de aquel George Clooney en el restaurante, que sólo era eso, una tontería de cuarentonas saliéndose de su cara de funcionarias impávidas en una comida de viernes.
Mientras seguíamos hablando Elisa que era mucho más prudente, hizo una mueca rápida requiriendo nuestra atención y con voz baja y pausada dijo:
-no va hacer falta que nadie se levante al baño, va a pasar ahora mismo junto a nuestra mesa.
– Ahora! (Añadió casi en un susurro)
Note el aire de cuando alguien pasa cerca.
Carmen y yo levantamos la cabeza mirando la cara del desconocido como dos estudiantes de bachiller.
Creo que la comida me regurgitó entera.
Espacio tiempo, se pararon.
Note primero las mejillas muy muy frías, acto seguido las note muy muy calientes. Para luego pasar a que todo mi cuerpo estuviera como de hielo.
No se todas estas sensaciones que tuve y os cuento si duraron uno, dos tres segundos o quince pero que me recorrieron mientras escuchaba a la vez que mis amigas:

-Helena Hola !!!

A la vez que abría sus manos como en un saludo gestual que hacía como decir pero que bien estas, sin decir nada.
Parece mentira que un, «Helena Hola», que dura tan poco, él lo hiciera tan largo y que a mi me lo pareciera aún más.
Me incorporé y sin dudarlo me fundí en un abrazo, digamos que era el quien me abrazaba, como quien ha rescatado del olvido a alguien de hace años, a alguien querido a quien no esperabas o como saludas a un viejo tío por navidad.
Trate de recuperar mi cara más protocolaria y a la vez que me separaba de aquel abrazo que recuerdo eterno, esbocé mis primeras palabras:
A todo esto había olvidado al hombre de la mesa de atrás , el caballero adonis.
-Hola Jaime cómo has venido aquí ?
Pregunta estupida. Estupida estupida estupida. Me di cuenta a la vez que lo decía pero ya no tenía solución alguna.
-Cómo he venido a tu mesa, o como he venido al restaurante?
Me contestó muy sonriente dándose cuenta que yo había dicho una tontería.
-hay tonto, ya me has entendido

Pero porque estaba yo llamando tonto, ha alguien con quien no tenía la confianza para hacerlo y que además tanto su señora como el se habían molestado en ayudarnos mientras yo estuve convaleciente?
Sin duda los nervios me estaban jugando una muy mala pasada.
No me lo hizo pasar mal y tomó las riendas de aquel desaguisado de conversación que yo proponía.

A todo esto me di cuenta que después del abrazo mis manos habían quedado entre sus manos, hablábamos y mis manos estaban entre las suyas como en una obra de teatro, y además yo lo miraba hacia arriba. Creo que me estaba poniendo muy roja.
Principalmente se interesó por cómo estaba, me pregunto por un montón de detalles de mi salud, era como si se hubiese estudiado mi historia, conocía detalles que ni yo recordaba.
Luego también me pregunto por Gustavo, los niños, mi hermana Amanda de quien recordaba el nombre solo habiéndola visto una vez.
Y siguió hablando…
-No te haces idea que ilusión me ha hecho encontrarte Helena . Pero ahora que me has contado esto de Gustavo y los niños, empiezo a pensar que nos están engañando, es un complot familiar porque Agatha también se ha ido esta mañana con su hermano, los niños y sobrinos a Disney a pasar estos tres días.
Hizo una profunda sonrisa y una pausa.

Yo seguía allí, cogida a sus manos y mirando hacia arriba. Mire hacia la mesa donde creí que estaba y vi a dos mujeres creo que algo más jóvenes que yo como nos miraban. Estuve segura que les daba pena, que estaban pensando que era una paciente a la que le daba ánimos.

-estás con ellas?
De nuevo no sé porque pregunté así. Casi parecía una pregunta inquisidora, fiscalizante.

Pero él de nuevo pausado y sonriente me contestó calmado y natural.
-Si, son amigas y compañeras, hemos venido a celebrar el día de Grog.
-qué es eso de Grog ? Pregunte
-Jajajaj (a la vez que ya soltaba mis manos)
Por cierto ahora no sabia que hacer con ellas.
Si ponerlas en jarra, llevarlas a la espalda.
-Era una broma Helena , el día de Grog es una excusa como cualquier otra para ir a comer o cenar con amigos, para disfrutar de una buena experiencia. O hacer todo.
Volvió a sonreír.
Bueno realmente nunca había perdido la sonrisa.

-Oye Helena !! No vas a presentarnos a tu amigo?
Arrojo con voz grave Maika por su boca.

La hubiera disparado.

-Ah!! Si, si disculpa Jaime creo que ….

-Bueno son mis compañeras Carmen,Elisa y Maika y él es el Dr. Gutiérrez, mi médico.

Vigésima metida de pata, porque decía que era doctor, a quién le importaba, puede que mi falta de discreción hubiera molestado a Jaime la verdad no me reconocía ni yo misma y además por qué mentía a mis amigas diciendo que era mi médico, cuando no lo era, es más por qué a mis amigas las distanciaba gramaticalmente llamándolas compañeras de trabajo únicamente.
Por suerte no hubo besos, ellas se quedaron sentadas a modo espectadoras. Maika la más atrevida creo que había pasado a hacer algo peor porque no veía sus manos sobre la mesa y su cara era un poema.
-Jaime, llamarme Jaime .
Les dijo sonriendo.

-Helena salgo fuera a hacer una llamada. Hablamos. ¿vale?
Dijo poniendo distancia entre nosotros y alejándose
Si claro. Un beso Jaime.

Un beso? Desde cuando se le dice a nadie un beso estando con esa persona.
Acababa de tener la conversación más idiota de mi vida. Tanto Jaime como mis amigas tenían que haber notado que algo me pasaba. No había dicho más que bobadas desde el primer momento dejándome mal yo, y a él. No creo que se volviera a acercar a mi aunque me volviese a accidentar debajo de otro camión.

-Haber tía (mientras llenaba su copa). Me quieres decir que ese pedazo de adonis sexual, (puso especial énfasis y vocalizo mucho más despacio lo de «adonis sexual») dios del amor, el sexo y el deseo, es tu ginecólogo y que tú estabas tan tranquila mientras… (inspiró despacio y dio una pausa de segundos), nosotras estábamos aquí en la mesa digamos embelesas. Embelesadas es un eufemismo, eh Helena un eufemismo por que el adjetivo sería CACHOND….

Ssssssssssss!!!!!!

-Calla Maika, calla!!!!

-Que te van a oír sus amigas dijo Elisa.

-Pero si que nos tienes que contar esto de tu ginecólogo. añadió Carmen.

-Haber …
Me puse seria. Estaba diciéndome, Helena vuelve a ser tú.
-Haber lo primero no sé de dónde habéis sacado que este hombre es ginecólogo. Porque no lo es.
-Que pena hubiera pedido cita.
Interrumpió Maika, para que me rebuscara desde el útero hasta el final del ovario.

Continué explicando
-Lo segundo, su mujer y él son papas de unos compañeros de los niños. Y solo los conocemos de eso, porque tampoco van mucho por el cole. Su mujer también es médico especialista y cuando el accidente nos cuidaron mucho y se portaron muy bien. Nada más.
No tengo más relación, de hecho creo que es la vez que más he hablado con él.

No se sí haberme puesto tan a la defensiva había delatado más mis nervios y cierta angustia, pero no se me ocurrió otra cosa.

-Vale Helena , tranquila mujer. Estábamos bromeando dijo Elisa.
-Y aunque tengas una relación distante y fría, reconocerás que esta muy bueno
añadió Carmen con cierta ironía.
-Bueno al final nos hemos reído y como os digo es que es un poco relación de respeto, además ya sabéis como son los médicos, les gusta sentirse admirados, por eso dije que era mi médico. Por agradecimiento a sus visitas y las de su mujer cuando el accidente. Además que creo que este es de los que se lo tiene creído.
Esta gente mejor a ralla.
Añadí buscando una absurda distancia de él.
Mis amigas me miraban ojoplaticas, como diciendo pero esta no se cree ni ella lo que dice.

Justo en ese momento entró de nuevo Jaime de hacer su llamada, y de camino a su mesa hizo una breve escala en la nuestra.

-Helena no me he dado cuenta antes pero ….
-Qué haces esta noche?
Un silencio recorrió la mesa, que no por la pregunta sino yo creo que esperando mi respuesta.
-Nada. Nada .
Repetí rápido y casí tartamudeando.
-Ir a casa.
Las miradas entre las chicas eran de peli de Alfred Hitchcock, (suspense total)
-Te parece te paso a buscar por casa y salimos a tomar algo?
-Claro, si . Claro que si.
(entre enorme sonrisa de condescendencia)
Respondí como un autómata.
-Te parece a las nueve, así te da tiempo a descansar y cambiarte ?
-Si. Muy bien Jaime. Las nueve perfecto. A las nueve perfecto. Te espero.
Dije deprisa y revolviendo las palabras como una papilla.
-Luego nos vemos.
-Disfrutar chicas.
Dijo él dirigiéndose al resto.
Y las gracias de cortesía por parte de ellas.

Un silencio eterno en la mesa fue finalmente roto por la aguda voz burlona de Elisa, que decía a la vez que me lanzaba una servilleta arrebujada:
«Claro si, claro si. Las nueve,las nueve, doctor pefecto té espero, las nueve, pefecto».

———

TERCERA PARTE
Contada por Helena



Aún quedaban aproximadamente tres horas para mi cita con Jaime, mientras me deshacía de la somnolencia producida por la comida y el vino, dando vueltas en la cama de aquella calurosa tarde de finales de Junio.

A través de la ventana se escuchaba a los niños jugar en la piscina de la zona común, y yo no podía hacer otra cosa que darle vueltas a todo, a todo.

Mejor lo hiciera siendo sincera conmigo misma y mejor lo hiciera desde el principio.
Así que recapitulaba.

De dos o tres años para aquí mi relación con Gustavo se había precipitado en un declive sin retorno. Los niños, los trabajos, la casa, los meses de mi recuperación tras el accidente, puede que fuera un peso demasiado alto que quizá un matrimonio normal no podía soportar. A ello había que unirle que habíamos entrado en unos años de matrimonio que tal vez llevarán a aquella soporífera rutina que en aquellos momentos me hacía estar un poco apagada y desencantada con mi vida actual.
Pero todo este pensamiento, esta autojustificación, la estaba construyendo para liberarme del remordimiento de quedar a tomar algo con Jaime?

La verdad si lo pensaba era un hombre muy atractivo, con su pelo tan cortito, frondoso, guapo, siempre con una sonrisa y tan discreto y educado, de esos tíos que ves y piensas no es normal que tenga una familia y un trabajo respetable, me lo imagino más detrás de una barra de un pub de moda, pero estos clichés míos creo que solo marcaban mi decadencia. Por otra parte Gustavo por algún motivo que ahora empiezo a relacionar con inseguridad siempre lo había tenido en su punto de mira, no era la primera vez que se había referido a él como «el revolucionario» o «tu amigo el Dr. Bolchevique», si bien es verdad que estos comentarios los había realizado en el ámbito más privado de nuestra casa y después con él se había mostrado muy cordial, incluso les enviamos un regalo por Navidad, creo que Gustavo había preferido está opción antes de una comida o cena con el matrimonio, quizá por alejarme de él,
¿habría notado atracción por alguna de las dos partes?
Sería que realmente a Gustavo le atraía Agatha y por eso despreciaba a Jaime y trataba de alejarse?…
Mi cabeza había entrado en una espiral de suposiciones que tenían más que ver con la ciencia ficción o la paranoia, que con la realidad y lo único cierto es que la tarde iba pasando y yo estaba sola en la ciudad, había quedado con un hombre casado que me atraía y que también estaba sólo.

Pero pensé, bueno realmente soy una mujer moderna, ésto es normal, quedar con un amigo a tomar algo.
Normal.

Por un momento recordé el primer día que estuvo en la habitación del hospital a verme, el día que no me aguantaba más sin orinar y las malditas enfermeras no acudían a ayudarme.
El día que no sé porque me puse húmeda como una tarde de otoño en mi Galicia, cuando Jaime se prestó a hacer de enfermera para que yo pudiera hacer pis, el día que no sé cómo me moví para que los dedos del hombre con el que iba a quedar en dos horas acabaran muy dentro de mí, ese momento que por poco grito de placer y en el que seguramente él solamente siéntese asco de mancharse con mis fluidos.

El agua fría de la ducha que caía sobre mi cuerpo empezaba a hacer su efecto y me empezaba a despejar la cabeza de todos los efluvios del alcohol y el sopor acumulado.
Salí de la ducha, me sequé y quede mirándome frente al espejo del baño, la verdad para mis cuarenta y tres años y dos partos no estaba nada mal, puede que mis caderas hubieran ensanchado algo, pero apenas tenía celulitis, ni tampoco tenía apenas estrías y estaba delgada, si es verdad, unas pequeñas pistoleras y las cicatrices recientes del accidente, pero me veía muy bien, mis pechos seguían en su sitio, puede que no con la misma turgencia que cuando tenían 20 años, pero al no ser muy grandes continuaban firmes, y yo diría que muy bonitos, mi pelo mojado goteaba y mucho tiempo después me sentía atractiva, pero también es verdad que era un aspecto que los últimos años había enterrado para Gustavo, prefería ser mamá, “los niños pueden oírnos”, o noche tras noche un “estoy cansada”, a la vez que me daba la vuelta, pero ahora no era el momento de pensar en eso, era mi noche estaba de fiesta de madre, esposa y trabajo.
Camine desnuda hasta el dormitorio, abrí el armario y ….

UFFF

Qué me pongo ?

Miraba el armario y lo volvía a mirar, y ya llevaba como diez minutos haciendo la misma operación, había entrado en una especie de bucle.
Mire la hora en el reloj de la mesilla de noche.

20:10

Quedaban 50 minutos y a mí me parecía muy poco tiempo.
Haber Helena ,
-me decía a mi misma-
siempre has sido una mujer resolutiva,
piensa tiempo y destino.
Vale,
Tiempo: hacía mucho calor, demasiado, no sé si era por los nervios o me estaba justo llegando la menopausia en ese mismo instante, pero ya no era calor, eran sofocos.
Destino: lo desconocía. Bueno iba con un conocido a tomar algo o a cenar, no lo sabía muy bien, realmente iba a ir donde Jaime me llevara.

20:20

Seguía mirando el armario.
Había llegado el momento de tomar decisiones.
Empezaría por la ropa interior.
Así me fui a la cajonera de la ropa interior.
La tengo dividido en cuatro:
las braguitas de andar por casa y las de los días de regla.
Braguitas y culottes.
Tangas, bodys y prendas más especiales.
Sujetadores.

Un tanga negro, pensé, el negro va con todo. Vale me pondría uno que la tira del culete y la de la media cintura es una cadenita, realmente sólo lo había llevado una vez.
Cuando me lo estaba poniendo me dije:
Helena vas a parecer una cualquiera.
Era verdad. Aquel tanga de fantasía no era para este día.

Ya esta!!! un conjunto elegante.

Vale me pondría una brasileña de “La Perla”.

Era una brasileña negra semi transparente con puntillas bordadas.

Ya la tenía puesta cuando me dí cuenta que donde iba yo con algo tan buscado, era demasiado rimbombante, demasiado de mujer fatal.
Además era un conjunto que me había regalado Gustavo y la verdad nunca me había gustado.

Me lo quite.

SI!!! ya se !!!!
Una Tanga negra negra de “Andrés Sarda” con un sencillo hilo dorado.

Vale ahora si.

Pero ….

No sé …..

La verdad es que primer día y con un tanga negro y además con este calor….

NO.

Tampoco.

20:30

Volvía a la situación inicial.

Desnuda frente al armario.

Ni idea que me iba a poner.

Además que volví a pensar, que tontería es ésta.
Que mas da mi ropa interior.
Ni que Jaime la fuese a ver.
Claro.
Cambio de planes.
A la otra parte de la cajonera.

Si. SI!!!
Por fin.

Una braguita culotte blanca de “Women’secret” . Era sencilla pero cómoda, y a la vez muy mona, a los dos lado tenía dos bandas a modo de tiras de tul transparente, y en la parte central el clásico pequeño lacito.

Era discreto, mono, sencillo y a la vez casual y veraniego.

Quedaban 25 minutos para mi cita y me había conseguido poner unas bragas.

Y ahora…

Bueno decidiría que sujetador ponerme en función de que ropa eligiera y ….

Vestido o dos piezas ?

Quizá un vestido sería muy blando.
Bueno tenía alguno más informales, de esos que te compras cuando estás en sitios de playa, por ejemplo se me ocurría uno largo de verano que no tenía nada de blando, me lo puse en Ibiza, pero… la espalda era abierta y el escote era para Ibiza.
Además yo estaba muy blanca.

Ah! ya sé…

Un buzo fresquito, tenía varios.
Si! quizá el verde, me lo pondré con el cinturón ….
o sin cinturón…
ummmmmm

Por de pronto el verde me queda bien con un sujetador negro,
si llevo dos botones desabrochados, puede insinuarse y quedará discreto.

Abrí el cajón de los sujetadores y…

Eureka!!!

A la primera .

Un sujetador negro de encaje y sin aros, con una fina banda de tul en el contorno inferior. Un clásico. Además solamente tenía una puesta.

Seguidamente me puse el buzo y …

Problema.

Jaime mediría 180 aproximadamente, y yo todavía no me sentía muy segura con tacones (por inestabilidad en un tobillo), y la verdad con el buzo y calzado plano me sentía como un patito.
Probé unas alpargatas con cuña pero … no quedaban muy bien.

ufffff.

20:50

Ya sé!!!

Es verano y hace mucho calor. Se trata de una cita informal y Jaime siempre me ha visto muy señora.
Me vestiré sencilla, cómoda, como si no me importara, como de bajar a tomar algo.
Juvenil.

Si!!! Lo tenía.
Tenía el «look».

Volví a quitarme el buzo.

El petó Blanco.
Me pondré el peto blanco.
Es un petó Blanco de una loneta con elastina muy blandita y de pierna estrecha, en la parte del pecho tiene unos motivos muy finos bordados en rojo junto al pequeño logo de la marca.

Perfecto.

Y debajo….

Ummmmm
Ummmmm.
Una camiseta de tirantes azul.
La camiseta me quedaba medianamente ajustada, y el azul contrastaba muy bien con el blanco del peto.
Y…
Ya sé.
Ya sé cuál será el calzado.
Las sandalias de cuero.

Eres una crack Helena .
Eres una Crack.
(Pensaba para mi misma) .


20:57


De nuevo en el baño, para unos últimos retoques y última parada frente al espejo.
Oh!!
Había un detalle que no me gustaba.
Los tirantes negros del sujetador con la camiseta azul.

Ufff.

Y qué camiseta me pongo?

No hay tiempo Helena .

Mejor un sujetador blanco ?
De nuevo fui al dormitorio, sin sacarme la camiseta me quite el sujetador negro y mientras miraba el cajón…
Ringggggg
Ringggggg
Mi teléfono sonaba en el baño.
Sería Jaime para decirme que me retrasaba. Fui caminando deprisa los pocos metros que separan nuestro dormitorio del propio baño que alberga el mismo.

Era Gustavo.

Ringggggg
Ringggggg

Mientras veía su nombre en la pantalla y lo dejaba sonar, me miraba en el espejo del baño.

Y si no me pongo sujetador?

Realmente la camiseta no se transparenta y además el peto me tapa el frontal del pecho.

Me mire lateralmente.

Se apreciaba una bonita silueta, exactamente una 85, que no sé por cuanto tiempo seguiría en su sitio, pero con la que sin duda aún me sentía muy a gusto.
Extrañamente la parte de mi cuerpo que mejor había resistido el paso del tiempo.
Se notaba que no llevaba suje, pero se perfilaba un bonito contorno.
Parecían de una chica de 25. Y si se fija pues…
En el fondo pensaba,
«ojalá se fije».
Además tengo 43 años para saber que los hombres se emboban con el bamboleo natural de unas tetas.

Ringggggg
Ringggggg

Por Dios!!! Que hombre más pesado!!!

-Dime Gustavo
-Ranita, qué ocurre que no contestas, me engañas con otro?

(Gustavo me llamaba ranita hacía años, podéis imaginar que venía de una broma de matrimonio a consecuencia del
nombre de mi marido)

-Me has cogido saliendo de casa, me esperan abajo para tomar algo.

(Me di prisa y hablé rápido antes que empezase hacer preguntas, y pregunté yo antes, rápida y repetidamente)

Qué tal el viaje?

Los niños han comido?

Le has dado a Óscar su inhalador?

Recuerda ir a la farmacia a comprarles la crema para el sol, si no tu madre les pondrá la del super.

-Gustavo te dejo, me está llamando Maika.
Mañana hablamos.
Un beso.

-Descansa que el viaje ha sido largo.
-Y tú divierte, anda mujer, arréglate y pásalo bien.

Gustavo sabía que hacía tiempo que no estábamos bien,
que yo no estaba bien.
Pero él seguía absorto en el trabajo y cuando llegaba a casa en las competiciones deportivas, daba lo mismo de que deporte hablaras o que liga, Gustavo lo mismo sabía la alineación de un partido de balonmano de la tercera división de la liga turca, que el hándicap de un golfista regional de Nueva Zelanda.

En cambio desconocía cuando yo me se sentía, triste, vacía, desolada.

En el fondo creo que se sentía mal por haber perdido la brújula de mí, y nunca dudaba en motivarme a que me comprara ropa o saliese con las amigas o complacerme con lo que yo pidiese porque él tampoco tenía iniciativa.
Luego estaba su madre, pero eso ya sería otra conversación.

21:06

Ringggggg Ringggggg

Jaime era Jaime.

– Jaime perdona ya bajo. Me retrasé. (Conteste de seguida)

-Helena veo que está todo bien. No hay problema.

-por qué dices eso?

-pensaba que te tenía esperando en la calle, disculpa era para avisarte que llegaré en diez minutos.

-Te pasó algo ?

-No tuve que pasar a ayudar a una urgencia al vecino. Y me entretuve.

-Pero es grave ?

-Bueno…. En cierta manera si. (contesto Jaime con voz de suspense)

-El cortacésped nuevo se le tiró a la piscina. Y lo hemos tenido que sacar. Jajajaja

– Ay que tonto, que susto me habías dado.
Ja ja
(de nuevo volví a mostrar sin querer ese trato tan cercano, llamándole tonto cuando la tonta había sido yo).

-Ahora nos vemos.

-Hasta ahora.

Disponía de unos minutos más y sabía en que los iba a usar, llevaba media melena y cuando salí de la ducha me había sentido muy bien con el pelo mojado, así que tiraría del mágico fijador efecto pelo mojado (uso el «wet gel de la marca Postquam -para mi el mejor-), además contribuía a dar un efecto aún más desenfadado y juvenil.
Un poco de perfume.
«Coco Mademoiselle»,
y lista!!!

Sólo quedaba el bolso, y bajar.


21:15


Justo salía por la puerta de la zona común a la calle
(el edificio consta de cuatro portales que comparten piscina y zona verde y todos tienen una misma entrada por la calle) .

Ya en la calle y debajo de mis imponentes gafas de sol
(porque a pesar de ser las 21:15 aún había sol)
mire a izquierda y derecha.
El hecho de sentirme fresca, guapa, cómoda y a la vez por primera vez en mucho tiempo atractiva, me había desquitado de mis nervios iniciales.
Empezaba a ser mi otro yo.

El yo de unos años atrás.

Una potente moto roja se subía por la acera deteniéndose junto a una farola, a la vez que el piloto se quitaba el casco pude ver su cara.

-Jaime!!

Eleve la voz a la vez que me acercaba.

-No te imaginaba motorizado.

De nuevo aquella sonrisa profident con sus hoyuelos marcados era para mi.

-Lo primero. ¿ hemos reanimado al cortacésped?
(Me permití bromear)

-Tengo la sensación que en el mejor de los casos se va a paliativos.
(Me contestó también socarrón)

Mientras se bajaba de la moto me miró a bocajarro y a la vez que me abrazaba de manera cariñosa dijo:

-Pensé que era algo informal, disculpa por mí atuendo, estás preciosa.

-Anda guasón, si voy de fontanera, con este calor una ya nada más quiere estar cómoda y fresca… lo primero que he visto en el armario.

– Que fácil Helena . Y yo media tarde para elegir vestuario. (rió)

Jaime iba vestido muy veraniego, parece que nos habíamos puesto de acuerdo.

Llevaba un polo azul, suelto, que le caía por debajo de la cintura, con un discreto logo de CH y unas bermudas marrones.
Unas deportivas marrones, sus pulseras de cuero, alguna cuerda y su reloj de acero.
Olía a recién duchado, a fresco a limpio a un perfume también fresco y cítrico que no supe reconocer.
Estaba moreno, hidratado.
Sexi.

Tras el encuentro e intercambiar las primeras frases de rigor, me propuso ir a tomar algo por la zona, caminar algo, una terraza …

Me pareció bien, me hizo sentir cómoda, segura.

Nos dispusimos andar cuando de inmediato me percaté que llevaba el casco en la mano.

-¿No lo dejas atado a la moto ?

-No tengo muy buenas experiencias en ciudad, desde chicles hasta de todo, en el hospital siempre me lo subo a la taquilla. Si, es un incordio, pero ponerse un huevo en la cabeza es peor. Sonrió.

-Te lo subo a casa?

Note que dudo.

Yo me adelante y cogiendoselo de la mano afirme:

-Venga te lo subo, es un momento.

-No me gustaría molestar Helena.

-Por favor.

– Me dirigí hacia la entrada (aún no nos habíamos movido)

-Subes ? (le dije)

-No, no . Te espero.
Expuso contundente.

Vivíamos en un primero con lo que tardé un santiamén en subir el casco de Jaime, no sin antes, volverme a mirar en el espejo del dormitorio de donde aproveche para coger unos chicles de menta.

He de reconocer que en el corto trayecto del ascensor, no pude evitar llevarme el interior del casco a la nariz.

Olía a él, y a ese frescor cítrico.

Al bajar lo encontré escribiendo en el móvil.

-Ya! (dije) .

-Ya! (dijo él)

a la vez que se guardaba el móvil en el bolsillo, en un gesto que daba por finalizada su relación con el dispositivo.
No lo volvió a usar o mirar en toda la noche.

-Vamos?

Comenzamos a caminar por las calles de aquel barrio residencial, lleno de parques, terrazas, restaurantes y bares de moda.

Desde el primer momento me sentí muy cómoda, era como si nos conociéramos de toda la vida, y la conversación era en cada momento más divertida. Hablábamos de viajes, de anécdotas, hasta de cómo se conocieron él y Agatha .
Por supuesto lo mucho que se había reído con su vecino y la nueva cortacésped que éste se había comprado aquel mismo día, y que había acabado en el fondo de la piscina.

Después de un par de cervezas en una terraza, terminamos en otra terraza de un Mexicano.

Seguía haciendo calor a pesar de haber oscurecido.

Era divertido cuando la camarera se dirigía a nosotros

-«Habéis pensado ya parejita?»

Creo que daba por sentado que eramos pareja. Y la verdad a mí me gustaba.

Los dos participabamos en elegir la comida, buscando más que una cena formal un concepto «pica pica»,
nada pesado o contundente.

De beber hicimos una apuesta arriesgada, (por la dosis de alcohol)
al elegir los dos el «máme cabrones»,
que no era otra cosa que cocktail margarita con reposición inmediata, a la que te bebías la Margarita te ponían otra.
Una idea más propia de aquel local que de la gastronomia mexicana.

Estábamos en aquella mesa uno enfrente del otro cenando y sentía mis ojos achispados, y los de Jaime cada vez tenían más brillo y lo sentía más dulce, no estaba en modo seductor.
Lo que posiblemente a mí me seduciese más.
No me imaginaba ese perfil tan humano, tan sensible y tierno de Jaime.
Natural.

-ummm Helena que bueno. -Pruébalo pruébalo!!! con este picante (se refería a unas quesadillas)
-haber ? Ohhhh. Como pica Dios! me estoy poniendo roja!!!
-Ja ja
-ja ja ja
-Margarita margarita!!!. -dije-
Jajajaja
-A mi es que me encanta el queso…. Ummmmm, y el picante (hablaba mientras comía)

A veces me lo quedaba mirando embobada, como si en un sueño estuviese.

Y él me sacaba rápido de ese estado con una payasada, un gesto burlón.

Tampoco me imaginaba esto del serio padre de familia, del prestigioso cirujano, del respetable doctor.

Y la cena iba transcurriendo en ese distendido ambiente.

-Haber parejita ¿Tomaréis postre?

Interrumpió la camarera rato después.

Creo que en ese momento y a colación de los picantes Jaime me hablaba de los indios amazónicos, y estudios relacionados con su hábitat y alimentación, en relación con el cáncer de colon, lo hacía todo de manera natural y cuestionando el mismo muchas de las propias cosas que me explicaba.

-Helena ….
Dijo Jaime esperando que me pronunciase sobre el postre.
-buff. Yo la verdad…

Dije sintiéndome ya casi llena.

-Compartimos unas «Jericallas»?

Propuso Jaime

-Estan buenísimas. Además es grande, con una vais bien…

Agregó la camarera de forma muy amable.

-Vale. Si.

Dije yo.

-No picaran ?

Dije sonriendo. Realmente no sabía que era.

-No. No pican. Es una especie entre pastel y flan con vainilla y canela. Es muy típico en la parte de Guadalajara (México).

Explicó la camarera a la vez que tomaba nota.

-Lo único ir con cuidado porque son afrodisíacas.

Agregó con cierta picardía sonriente, y mirándome a mi.

La verdad es que aquel comentario de la camarera me cohibió un poco, y me llevó a uno de mis comentarios tontos en cuanto se retiro.

-Cree que tenemos 20 años.

-ah! Qué no tienes 20 años? Pensaba yo que había invitado a cenar a una veinteañera.

Dijo por primera vez con mirada picarona.

-No. Doblo y sumo 3.

-Qué dices Helena ? Pensé que eras todavía más niña.

-Anda adulador. Lo sabes por el accidente. Es lo primero que figura en cualquier informe : «paciente 43 años» .

Que rabia me da que pongan eso.

-Es verdad lo sabía. Es imposible no fijarse. Es como el grupo sanguíneo eres 🆎.

-Bueno Jaime!!! Eso no lo sabe ni mi marido.
Dije alegre, a la vez que pensé que no tenía que haber mencionado a mi marido.

En ese momento no sé porque note que me había puesto en modo seductora cuando contorneando el cuello hacia un lado, la mano en la nuca y mordiendome la punta de la lengua con las palas, a la vez de entre medio de una sonrisa pregunté.

-y tú cuántos años tienes?

-Hoy hago 40.

– Es tú cumpleaños?

-Si.
A la vez que me miraba y sonreía.

-Por eso mismo no puedes pagar esta cena. El del cumpleaños siempre invita.

-Bueno podría pagarla como regalo.

-No. Mi regalo eres tú.

Contestó muy seguro y sin perder la sonrisa.
Y yo no pude hacer otra cosa que reír como una tonta.

-Por aquí llega vuestro postre chicos.
Dijo la camarera.

-Gracias.
-Gracias

Creo que el embobamiento iba en aumento.

Fue curioso ir cogiendo del mismo postre, incluso aveces las cucharas se rozaban.
Y cada vez que ocurría eran chispas.
Bueno inocentes chispas de casi un juego adolescente por mi parte.

Finalmente y junto con la cuenta nos sirvió dos chupitos de Don Julio.

-Hacía muchos años que no tomaba un Don Julio. Creo que desde que estuve en el DF

-En el Tenampa ?
Dije yo emocionada por creer saber el bar o salón donde había estado.

-Siiiiii
-Que bueno Helena
-Que bueno.

Los dos habíamos estado en aquel mismo sitio a miles de kilómetros de donde estábamos, era como haber tenido un pasado juntos.

Transcurría está conversación mientras caminábamos camino al origen.
A su moto. A mi casa. Al adiós.
A lo mismo.

Pero mientras todo era estupendo, yo era una mujer feliz, compartiendo aquella velada con aquel hombre tan maravilloso.

Lo pensaba mientras caminaba junto a él, era feliz así, sin responsabilidades, sin hijos, sin Gustavo.
Al fin y al cabo nunca me habían gustado los niños. Si no hubiera sido por Gustavo nunca hubiera tenido hijos.

Pero la realidad era otra, 43 años, dos hijos pequeños un marido y una vida de escaparate con la que era muy difícil romper.

Habíamos llegado.

-Helena me lo he pasado muy bien. Muchas gracias por tu compañía. De verdad ha sido un regalo.

-Yo también. Me has hecho sentirme…

Aquel hombre después de las dos cervezas, las ocho o diez margaritas y el Don Julio, continuaba siendo un caballero.

No quería que acabara pero, me abrace sin pensarlo, el también me abrazó, yo le besé en el pecho por encima de su polo.

Fue un beso de despedida casi paternal a la vez que me giraba y me dirigí rápida a mi casa.
Abrí la puerta de la verja que daba a la calle, entre la cerré y me lo quedé mirando con los ojos vidriosos a unos 8 metros de distancia. Finalmente me giré comencé a caminar hacia el portal.

-Helena ! .
Jaime había elevado la voz de manera seca, como quien da un aviso.

Me giré y volví hasta la verja

-Qué?
Contesté extrañada más bajito. Eran como la una de la mañana y estábamos abajo del bloque.

-Mi casco.
Contesto el pobre como al niño que le han quitado el balón. A la vez que se acercó hasta la puerta.

Me reí llevándome las manos a la cara como diciendo «soy un desastre»

-Anda pasa.
A la vez que habría la puerta.
Jaime prudente se quedaba allí, ya dentro de la urbanización junto a la verja, mientras yo caminaba hacia el portal.

-sube, sube.

Fue espontáneo, por cortesía, por educación, por confianza. No dejas a alguien a la una y pico en el bajo de la urbanización.

-anda que si te dejo ahí sin casco.
Le dije riendo en el ascensor.

-hubiera tirado piedras a tu ventana, y si me hubieran detenido siempre tenía el atenuante del alcohol.

-la verdad que hemos bebido.
Afirme más seria.

Clac clac.

-Oh! Que bonito!
Dijo nada más entrar al piso.

-Bueno ya sabes con niños pequeños, siempre está todo hecho un desastre…

-Mira el Salón que da a la calle

-La habitación de Picachu

-Un baño.

-la habitación del mayor… una leonera.

Iba enseñándole como si fuera una visita guiada a un museo, o un agente inmobiliario mostrando un piso, encendiendo y apagando a la vez que me paraba debajo del marco de la puerta de cada estancia.

Esto de enseñar la casa me he dado cuenta que es de gente mayor, nuestro padres lo hacían, y nuestros abuelos hacían algo peor, aunque la visita durase un minuto pedían a la mujer que les sacase algo de comer.

El permanecía detrás mío a un lateral prudentemente.

-Esta habitación para cuando tenemos visita.

-Y el dormitorio principal

Caminé hacia adentro hasta el baño. Y encendí la luz de éste.

-Y el baño principal.

-Y mi casco.

El casco estaba encima de la cama.

-Oh! si perdona, cuando subí entre al dormitorio y ..

-¿Puedo lavarme las manos?
Me sorprendió Jaime diciendo ésto bajo la puerta del baño.

-Claro, claro y lo que te haga falta, te dejo..

-No, no. Puedes quedarte, solo lavarme las manos.

-Tienes toallas limpias en ese cesto.
Mire como se lavaba concienzudamente las manos. Las frotaba con fuerza y usaba una buena cantidad de jabón.

Las ventanas de la casa estaban abiertas y entraba luz de las farolas de la calle que aportaba una luz más que generosa, las cortinas translúcidas se movían por efecto de la corriente del aire.

Apague la luz del dormitorio principal y con la luz del baño y la exterior se seguía viendo bien.
De hecho siempre teníamos que bajar las persianas para dormir por la luz exterior, y yo siempre apagaba ya que me parecía que de la calle era muy indiscreto de noche al estar encendido y abierto.
Vi como Jaime después de las manos también se refrescaba la cara.
Se la lavaba.

Agachado sobre el lavabo giro la cabeza y me vio allí en la puerta del baño mirándolo.

-Deformación profesional Helena. Esto es deformación
profesional.

Se secó las manos. Y se dirigió hacia la salida del baño a la vez que yo retrocedía y me giraba para coger su casco de encima de la cama, cuando me giré sólo nos separaba el casco, que albergaban mis dos manos a la altura de mi vientre, note como la parte posterior de mis piernas se oprimía contra el lateral de la cama de lo pegada que estaba buscando una separación con Jaime.
Y él me miró.

Silencio.

Lo siguiente fue coger mi cabeza con sus dos manos y sin decir nada comenzó a besar mi mejilla, luego mi cuello.

Lentamente.

En ese momento, y no sé si habéis experimentado esto antes, noté en mi labio inferior, como una corriente, como si tuviera un tic, como si hubiera un nervio dentro que estaba electrificado.

Arroje el casco sobre la cama y lo abracé, buscando su boca con mis labios.

Sus manos pasaron a mi cintura mientras hubo unos lentos y pequeños besos de lengua.

No os voy a decir que me estaba calentando, porque la verdad es que directamente estaba fuera de mi.

La luz del baño y la del exterior hacían una penumbra perfecta en la que cuando Jaime se quitó la camiseta,
-Cosa que hizo acto seguido-
podía ver su pecho con total claridad y detalle.

No estaba depilado, pero tenía el bello justo, estaba más moreno de lo que pensaba y sin estar musculado no tenía un atisbo de grasa.
Unos pezones anchos, y unos hombros fuertes, decían que sin duda hacía deporte y había hecho aún más de joven.
Fui yo misma la que acto seguido le desabrochó el cinturón, haciendo él el resto y quedándose en calzoncillos.

Fue el momento que me bloqueó un poco quizá por el hecho que sabía que ahora me tocaba.

Muy cuidadoso me miró a los ojos e hizo un gesto como pidiendo asentimiento por mi parte, como preguntando sin decir nada.
¿Estás segura?
A lo que yo afirme con la cabeza.

Comenzó soltándome los tirantes del peto con lo que éste directamente se fue a mis pies.

Lo siguiente fue empezar a quitarme la camiseta a lo cual colaboré subiendo mis manos y fui yo misma la que se bajó la braguita.

Estaba desnuda. De pie.

Y él se acababa de bajar el slip.

Era la primera vez desde que conocí a Gustavo que otro hombre me veía así.

No me atreví todavía a mirar para abajo, solo note el gesto de sacarse el slip.

Fue cuando empezó a besarme y acariciar lentamente cada centímetro de mi piel.
Se colocó detrás mío girándome, aún los dos en pie y empezó a besarme el cuello la boca, mientras iba acariciando mis pechos con las puntas de sus dedos.
Los pechos, el vientre .
Ufff su dedo gordo en mi boca y luego húmedo a mi pezón en el cual ejercía una pinza con la fuerza justa para mezclar placer y algo de dolor. Aunque no me incomodaba.
Por un momento sentí algo que rozó contra mí espalda.
Por la rigidez, la temperatura… pude notar rápidamente que era.

No pude más y me revolví buscando el frente a frente, cuando su lengua entró en mi boca, mi mano no supo estar quieta y se fue a buscar, lo que no tardó en encontrar.

Vamos hacer una pausa para contaros que a pesar de mis 43 años, solamente me había acostado con dos hombres en mi vida.
Un novio que tuve de los 18 años, a los 20 años y con Gustavo.
Le podríamos sumar un par de morreos y tocamientos con16,17 pero nada más.

Con aquel novio con el que mal perdí la virginidad, era un acto pasional en verano, en el coche, en el lago.
Siempre rápido, y casi que a escondidas, digamos que era algo furtivo, propio de la edad.

Y con Gustavo los años buenos, era una relación muy conservadora. Nada de cosas raras. Gustavo si que en épocas buenas me había pedido alguna cosa especial como que le chupara el pene, pero a mí me daba mucho asco, y las cuatro o cinco veces que me había convencido le pedía que justo antes se lo lavara.
Él decía que así se cortaba el rollo que era todo programado, mecánico, aún así a mí me daba mucho asco, por supuesto nunca acabé hasta el final, y nunca me la llegué a meter dentro de la boca.
Sólo la chupaba y con cierto asco.
Por lo demás, misionero y sentarme encima suyo.
Y casi siempre a oscuras.
Así era la relación.
Así que ese era todo mi bagaje sexual para tener 43 años y dos hijos.
Parece mentira verdad. Pues os aseguro que es verdad.


Como os iba diciendo me revolví buscando el frente a frente, cuando su lengua entró en mi boca, mi mano no supo estar quieta y se fue a buscar lo que no tardó en encontrar.

Era dura como la parte central de las mancuernas del gimnasio,
La agarre con fuerza, sintiéndome con el poder.

Me alejo un poco con las manos y cogiendome la cintura.

Él me miraba el cuerpo, me miraba mis dos manos que estaban agarrando su tronco y mi babeante cara de vicio.

Por primera vez en rato habló.

-Helena eres preciosa.
-Toda tú eres preciosa.
-Me vuelven loco tus tetas.
A la vez que se acercó a besarlas y mordisquear ambos pechos.

Aquella pausa los dos desnudos mirándonos y yo teniéndolo en mis manos, fue muy excitante para mí.

Subía por mi cuello, me besaba la boca. Paso de agarrar mi cadera, a agarrar mi culo.
Todo aquello a mi, además de ponerme a mil, me estaba devolviendo años de juventud de volver a sentirme chica, mujer deseada, y no madre.

Yo mientras, tenía aquella cosa entre mis manos la verdad no sabía muy bien que hacer aparte de apretarla con fuerza.

De tamaño era parecida a la de Gustavo, que yo creía que era muy grande.
Pero la diferencia estaba en la dureza.
La de Gustavo nunca había llegado a tener erecciones completas, se quedaba a media altura, y los últimos años estaba medio flácida, incluso cuando me penetraba.
En cambio el miembro de Jaime era como un hierro, antes os dije que como la mancuerna del gimnasio, porque fue lo primero que me vino a la mente cuando la toque.

La tenía pegada al vientre, miraba al techo. Era una cosa terriblemente dura y fuerte.

Al estar de pie de espaldas a la cama, hubo un momento que sin querer y al tener a Jaime enfrente me deje caer sentada sobre ella.

Subí mi cabeza hacia arriba, lo miré y no lo pensé tan siquiera.
Simplemente lo hice.

Metí aquel miembro en mi boca, y lo empecé a chupar porque era realmente lo que más deseaba.

Mi lengua buscaba sabores y creo que por el poco cine porno que he podido ver, empecé hacer ese movimiento antinatural, de que me entrará y saliera de la boca moviendo la cabeza, la verdad que quería probar el sabor de Jaime, no me daba ningún asco, al contrario quería que aquello me diera todo, que se abriera como una fuente.
Lo quería en mí.
Además quería darle placer, cosa que no sé si hacía, ya que creo que esto requería de una técnica, que sin duda yo no poseía.
Lo cierto es que no hubiera parado, pero note que él me apartaba.
Me puso en pie y me volvió a besar la boca, lo que es un morreo en condiciones. Aquella mezcla de sabores de su pene y su boca aún me excitaba más.

Volvió a girarme, besarme la espalda el cuello, hasta hacerme caer a cuatro patas sobre la cama.
Por un momento sentí miedo.

Miedo a que me hiciese daño.

Que aquella cosa tan grande y fuerte no me entrará sin dolor, sin rasgarme.

Pero antes Jaime me acariciaba y me besaba las nalgas.

Oh!

Acaba de hacer algo que aunque tonto, nadie había hecho.

Me acababa de dar un mordisco en el culete.

Un señor bocado. Lo noté.

Y cuando aún estaba recuperándome…

Se había posicionado detrás mío. Se había acoplado muy bien y ….

Ohhhhhhhh
Ahhhhhhh
Ahhhhh

Aquello había empezado a entrar, pero no me hacía ningún daño. No, no era daño….

Ooooohhh

Y yo ya había perdido cualquier miedo.

No hizo falta recurrir al siempre habitual lubricante del cajón de la mesilla.

Joder!!!

Estaba empezando a disfrutar como nunca.

De hecho me agarré con los puños cerrados a la colcha y hundí la cara en la cama.

Pero cada vez las embestidas de Jaime eran más fuertes y más adentro.

Más adentro.

-Diosssss!!!!
-Para!!! Sigue!!! Ohhhhhh!!!!
(No sabía ni lo que decía)
-Aii!!!!
-Joderrrr Jaime me corro!!!
-Ahhhhhhhhh

Entre medio me soltó algún azote en el culete, de esos que escuecen y puedo asegurar que me gustó.

También se agarraba a mis tetas, que en ese momento bailaban a ritmo de campanillas locas, con fuerza como si las ordeñara.
No dejaba detalle, porque también jugaba con mi clitoris al rodear con uno de sus brazos mi cintura y llegar al sitio sagrado con sus dedos.

No se cuanto rato estuvimos así, creo que al menos serían quince minutos.
Yo creía que no podía más.
Sí que sé que con todo ese esmero, su saber hacer, y la situación, me había corrido dos o tres veces seguidas, cosa que jamás en mi vida había experimentado.

Creo que me mareaba que perdía el conocimiento a ratos.
De verdad que no exagero.

Hasta que un buen tiempo después sentí que Jaime se salía de mi, me di la vuelta quedando tumbada boca arriba sobre la cama, aturdida, no sé como alcance un cojín que puse debajo de mi cabeza.

Lo miré y seguía de pie.
Pero de pie de todo.
No se había corrido.

Aquello continuaba completamente erecto.

Era claro que yo me había estado perdiendo algo los últimos 25 años de mi vida.

También fui consciente de mi posición, completamente desnuda con las piernas entre abiertas y toda yo y especialmente mi sexo expuesto a la visión de Jaime, como no había estado nunca expuesta a nadie.

Yo era mucho mas recatada y pudorosa en la vida general y en el sexo, o poco sexo, que había tenido.

Pero me era igual, estaba completamente extasiada incluso no me era igual, quería sentirme suya.

Su puta.

Me declaré rendida, cuando Jaime se arrodilló a los pies del lateral de la cama e introdujo su cabeza entre mis muslos.

Otra vez me llevó a reset.

Si!

Empezó a hacerme la mejor comida de coño que me habían hecho en mi vida, y la primera después de haber tenido a mi primer hijo hace más de 11 años.

-Qué gusto Jaime ahhh.
No me cohibí en declararle, en una voz susurrante.

Empezó por los muslos interiores, a la vez que se abría paso con las manos, que tan pronto apretaban mis nalgas como agarraban mis pechos, siguió con una precisión quirúrgica a mi clitoris, no sé qué me hizo pero tuve la percepción que se había puesto como un garbanzo.
(Y tengo un sexo pequeñito)

Luego tambien estaba en los labios, en la entrada de mi vagina, note como la punta de su lengua entraba por mi agujerito.
Y no se como lo hacía por que en ningún momento dejaba el clitoris, estaba en todas partes a la vez, y yo ya no estaba en ninguna, porque había vuelto a gemir como no sabía que se podía hacer.
Pero algo nuevo también me puso en alerta.
La lengua de Jaime también había llegado a mi ano, y yo no sabía que eso también…

El caso es que tampoco me desagradaba porque en medio de aquel vergel inundado por mis flujos y saliva de Jaime ya todo era placentero.

Que gusto me estaba dando, por Dios, y aquellos dedos que un año atrás estuvieron en mí, volvían a estarlo pero esta vez de otra manera mucho más intensa. Jugando con mi sexo.
Haciéndome diabluras benditas.

Ohhhhhhhh.

A la vez no paraba de comerme todo.

En ese momento pensé que me quería morir, que estaba tan bien, que me quería ir de este mundo, que nunca iba a volver a estar tan bien….

Joderrr!!!!
Grité.

Porque acababa de tener otro orgasmo .

Ahhhhhhh

Ahhhhhhh GGG

DiOSssss!!!!!

Joder que gusto!!!

Agarraba las sábanas y mordía las almohadas, también por tratar de amortiguar los sonidos a los vecinos.

Creo que le tuve que hacerle hasta daño en el cuello al retorcer mi cadera bruscamente.

Estaba de rodillas en el suelo haciéndome todo eso que me había dado tantísimo gusto y placer y fue cuando se puso en pie.


Así esparcida completamente entregada, sólo veía al hombre más guapo y atractivo del mundo a los pies de mi cama con un pene enorme donde se marcaban todas las venas y seguía mirando al techo.

No le dije nada. No podía.
Solamente lo miraba y si entendía mi mirada, quería decir hazme lo que quieras,
Soy tuya.
Tuya.

Estaba de pié frente a mí,
con dulzura beso mi vientre, mi estómago, mis pechos y elevó mis piernas por encima de sus hombros, la vez que estaba entrando en mi.

Pero!!!!!!! #####&&&&???

No entraba por el sitio.

Ay. Helena que te hace.

Estaba entrando por detrás.
Creo que noto mi cara de miedo, porque estaba encima mío y las caras estaban muy cerca.

Creo que noto el miedo.

Y hablo.

-Tranquila. Si te hago daño me lo dices. Si ?

Yo solamente asentí con la cabeza.

Haber es obvio que a mí nadie me había dado por el culo nunca, ni tan siquiera lo había intentado. Yo eso lo había oído a amigas, y casi como algo de leyendas urbanas. Había oído que era muy doloroso, había oído que hacían falta lubricantes, había oído que solo disfrutaba el hombre, que…
Había oído.

Creo que ya se había introducido bastante a dentro de mí.
Mi culete instintivamente hacía la pompa inversa, facilitando la entrada de Jaime y mis piernas ya no estaban en aquella posición tan malabaristas e incómodas de encima de sus hombros.

Por el momento no me había hecho ningún daño, si que es verdad que me sentía molesta, era como hacer caca al revés, sentía que tenía ocupado el sitio de las cacas y que tenía la necesidad de empujar para que salieran -cosa que no hice, claro-.

Tampoco sentía placer, más allá de la excitación que me suponía entregarme así.
Era como entregarme entera.
Como la primera vez.
Había sido muy cuidadoso y lento en la entrada, o al menos yo no había experimentado ningún dolor, y ahora sí que estaba completamente dentro de mí, porque los cuerpos estaban juntos y yo ya notaba mucha cosa dentro, en un sitio complicado.
Me estaba follando el culo en la posición del misionero, como os he dicho yo lo facilitaba con mi culete levantado, mis manos se fueron a su culo que había empezado hacer suaves movimientos de mete y saca que yo quería controlar, o apretarlo más contra mí, a la vez empezamos a besarnos, extendió mis brazos hacia la parte de encima de mi cabeza y nuestras manos se unieron entrelazando dedos.
Me comía las tetas la boca, el cuello, a la vez que cada vez se movía más rápido, y algo estaba pasando porque yo estaba empezando de nuevo a gemir, no sé, no era el culo, ni tampoco la vagina, solo sabía que tenía un revuelto muy grande allí abajo, era dolor de vientre, la verdad es que ahora sí que notaba un dolor más fuerte en el vientre, ganas de orinar y un placer muy grande que no se bien de donde me estaba viniendo, pero que me estaba llevando a un éxtasis sin precedentes.
A la vez estaba viendo a Jaime realmente disfrutar y eso me hacía aguantar a la vez que me excitaba pero…
-No puedo más Jaime, ahhh ahhhhhhh . No puedo.

Dije asustada y temblorosa.

-Aguanta ahora.
Dijo él con gesto ceñido.

Ohhhhhhhh
Ohhhh
(Jaime)

Verlo así, disfrutando de mi, me turbó del todo, y además deseaba profundamente que se corriera dentro mío. En mi culo.

-Joderrr, que noto que me corro mucho Jaime!!
Le dije asustada de nuevo por la sensación como de hemorragia.

Nunca había notado esa sensación de soltar tanto.

Aiiiiiiiiii
Ooooo
Aiiiiiiii
Siiiiiiiiiiiii.

Me estaba corriendo otra vez de una manera que nunca lo había hecho y empezaba a llegar un orgasmo inesperado.

Y Jaime también se estaba corriendo en mi.
En mi.

-Aahhh Helena . Ahhhh
Retorcía su cara con gestos de dolor, placer, su cuerpo estaba tensionado, y desprendía pequeñas gotas de sudor.

Gritos de los dos terminaron con los cuerpos unidos y jadeantes en aquel dormitorio. Nos habíamos corrido a la vez, yo había visto estrellas, chiribitas, rayos… Y luego la paz. La máxima felicidad.

Fue justo antes de que yo metiera la pata.

-Te quiero

Le «sople» así a la cara, como si hubiese rejuvenecido 30 años.

Tampoco parece que se lo tomó tan mal.
Me miró y me beso.

Me levanté para ir al baño con las piernas temblorosas, toque disimuladamente el colchón, me dí cuenta y me da mucha vergüenza hasta contarlo anónimamente, que la última vez que me corrí..
Me había hecho pis.
O algo de pis.
Era como que tenía los esfínteres presionados y no controlé que era cada cosa.

Esa madrugada y aquella mañana todavía hicimos el amor dos veces más.

Ya no hubo sexo anal.

Estuve encima suyo disfrutando del control y disfrutando que viera botar mis tetas.

Estuve debajo haciendo el misionero y creyéndome su fiel esposa.

Una de las veces se derramó dentro de mí sexo, la otra y a petición mía, fue en mi boca porque quise probar todo su veneno.

También era la primera vez en mi vida que probaba el semen, lo desgustaba, disfrutaba, bebía aquel viscoso, blanquecino y salado líquido que al tratarse de quien era me supo a poco.

Con la luz del amanecer y la confianza del sexo consumado, jugaba con su pene como si fueramos adolescentes. Hablabamos de nosotros y de nuestros cuerpos desnudos y jugábamos con ellos. Yo también mordí su pecho y su culete.

No quería que acabara, no quería que se fuera.

Lo mejor o lo peor de todo es que después de 15 años de matrimonio no tenía ningún remordimiento por haberme acostado con Jaime, un hombre que me acababa de descubrir en espacio de pocas horas algunos aspectos de mi sexualidad y de mi misma, que ni yo conocía a mis 43 años.

Creo que dormiríamos 2 o tres horas.

Y después de una rápida ducha desayunamos juntos en una cafetería a dos manzanas de casa.

Un beso, un abrazo enorme, largo. Sincero.
Y un «hasta luego» que era el eufemismo de un adiós.

Los dos sabíamos que era la última vez que nos veríamos y los callamos.

Fue imposible contener las lágrimas al escuchar marchar su moto.
Lágrimas escondidas detrás de aquellas gafas de sol. Lágrimas de una mujer desolada. Rota por la marcha de aquel hombre.

Unos días después hablamos Gustavo y yo. Y le marqué la condición para seguir juntos, era inevitable cambiar de ciudad.
Así fue.
Aquel mismo verano y sorprendiendo a todo el mundo pedimos un traslado por causas mayores.
No hubo despedidas de casi nadie.
Fue como una huida.
Peores condiciones laborales, peor casa, desastre con el colegio de los niños.
Gustavo nunca ha preguntado nada.
No lo quiso preguntar en aquel momento.
No lo quiso saber.
Es más, yo le dije si quería saber el porqué.
Y dijo que sólo quería respetar mi voluntad.
Y a día de hoy tampoco ha preguntado.
Hay respuestas que a veces no se quieren escuchar.

Gustavo trata de congratularme con lo que puede y respeta mi distancia de él, de puertas para afuera seguimos siendo un matrimonio ejemplar.

Respecto a Jaime no he vuelto a saber nada de él.
Más allá de saber por terceras personas que él, sus hijos y su mujer están bien.

Creo o quiero creer que para él también fue algo más que una aventura o un rollo de una noche de verano.

Pero de lo que si estoy segura es que desde el día que entró en la habitación de aquel hospital, yo ya era suya para siempre.
Sigo siendo suya.
Y moriré siendo de él.
Así lo he elegido.

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2 Comments

  1. Hugo Styglitz

    Uffff que maravilla de relato, me ha parecido una magnifica ideal dividirlo en tres partes, y cada cual, contando su visión del relato….

    Para mi la mejor parte, la de Helena, su forma de contarlo, de explicar sus sentimientos, como se preparaba, como elegía su ropa, su perfume ««Coco Mademoiselle»,», exquisito por cierto; la cena, el postre, y las escenas de sexo, bufff, me ha sido imposible a la vez que instintivo, mientras leía, acariciar mi pene completamente duro…..

    Me repito una vez más, pero eres BUENISIMA, MAGNIFICA, relatando y escribiendo…..

    ME ALEGRO MUCHISIMO DE HABER DESCUBIERTO ESTE BLOG

    Muchas gracias por todo el tempo que te tomas en escribir estos relatos .

    1. cuadernosdebaj

      Gracias H.
      Para mí es un relato especial. Los hechos, el relato, marcaron un momento muy intenso.

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